¿Tú y tu equipo conocen sus talentos?
manuelita otero
Alguna vez, hace como 3 años, alguien me preguntó cómo hacía para trabajar con mi novio -ahora esposo- y vernos tranquilos, contentos, y seguir juntos después de 10 años de andar en esas. No recuerdo muy bien qué respondí en esa oportunidad porque tengo muchísima tela para cortar sobre este particular asunto. Lo que sí recuerdo de ese momento, es que tuve la certeza (y aún hoy la tengo) de que si me tomo el tiempo de responder, sin obviar ninguno de los detalles importantes, mi respuesta sería larga -en realidad, casi eterna- y estaría llena de temas, subtemas y más temas. Sería una respuesta susceptible de convertirse en libros y más libros.
En todo caso, no es que esto sea un asunto 100% dominado, pero sí sé que después de varias crisis, charlas, errores, promesas y acuerdos, puedo asegurar, sin dudarlo, que hoy en día Mario y yo tenemos una relación laboral que se fortalece cada vez más y que está creciendo, por fin, sobre bases sólidas y bonitas. Y cuando digo por fin, lo digo desde el fondo de mil alma porque, ¡claro!, quién no sueña con que trabajando con el amor de su vida todo sea color de rosa. Es decir, que todo sea más lindo, más tranquilo, más feliz y hasta más divertido que en una oficina o un trabajo “normal”. En mi caso, durante un largo tiempo, ese color rosa fue más bien como marrón tirando a negro.
Insisto: si me pongo a hablar del tema a profundidad, sencillamente nunca voy a terminar, por eso quiero en este pequeño espacio centrarme en algo que para mí -después de haber hecho cursos de emprendimiento, protocolo familiar, programación neurolingüística y comunicación asertiva, es algo que trae paz y armonía a las relaciones laborales: darle libertad a las FORTALEZAS. Más específicamente tener la capacidad de descubrir, respetar e impulsar las fortalezas de cada miembro de un equipo, incluido uno claro está, y sin que importe el tamaño del equipo. ¿Qué quiere decir esto?
1. Que si conozco mis fortalezas y las de otros, me va a quedar muchísimo más fácil delegar funciones, y ejercer y aceptar la autoridad. Créanme, aceptar maduramente la autoridad de la pareja en el trabajo es un acto casi que titánico. Hay que aceptarlo, muchas mujeres somos muy sensibles y podemos confundir fácilmente una instrucción o corrección de trabajo con una ofensa o un regaño personal, pero cuando tenemos presentes las fortalezas del otro, seguro que nos va a quedar más fácil asimilarlo de buena manera.
2. Que cuando me enfoco en impulsar mis fortalezas y no en trabajar en mis debilidades, estas últimas se van desvaneciendo y en el foco de trabajo van quedan sólo fortalezas, lo que por obvias razones me conduce a admirarme más y si aplico la misma fórmula con otros a admirar más al que está trabajando a mi lado (por ahí mucha gente dice que el amor nace en gran medida de la admiración, digo para tenerlo en cuenta). Es difícil que alguien no brille laboralmente cuando se dedica a cultivar sus talentos
3. Que si respeto las fortalezas de quien trabaja conmigo, seguramente me va a quedar más fácil respetar a esa persona, y ¿qué relación sana no termina basándose en el respeto?
4. Que cuando uno se dedica a otras cosas que no son sus talentos, el agotamiento llega porque llega. Si uno está agotado porque la vida se le va trabajando en sus debilidades puede caer en la trampa de creer que ese agotamiento personal es también agotamiento hacia a su equipo de trabajo… y una mente muy agotada no termina haciendo más que bobadas.
Si ya tienes una ocupación en la que puedes pulir tus talentos, buenísimo, pero si no es así, intenta tomar tu trabajo actual, sea el que sea, y moldéalo de acuerdo a tus fortalezas. Habrá más de un beneficiado, empezando por ti. Si además trabajas muy de cerca de la persona que amas, ya sabes que se puede dejar de lado el mito de que “el amor y el trabajo nunca se deben mezclar”, colocando en el corazón de tu proyecto las fortalezas de cada uno. Ya te imaginarás lo lejos que puede llegar un equipo que vive haciendo cada día mejor lo que ya sabe hacer bien.
Por Ana