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Family and Friends

No existe mamá perfecta

manuelita otero

Ser mamá es lo mejor del mundo y al mismo tiempo la responsabilidad más difícil que podamos tener. Incluye el futuro de quienes más amamos, los riesgos son grandes y no importa cuánto nos preparemos, nunca estamos totalmente listas para asumir este rol. Ser mamá es un proceso que dura hasta el día en que nos muramos, es una experiencia llena de aprendizaje y crecimiento mientras cuidamos de estos maravillosos seres humanos que son una parte de nosotros y que son afectados de alguna manera por todo lo que hacemos. Es un reto gigante y al mismo tiempo un gran honor.

Generalmente, la mayoría de las mamás quieren lo mejor para sus hijos. Pero muchas veces las mamás sencillamente no sabemos qué es lo mejor. Entonces, tomamos decisiones basadas en la información que tenemos en el momento, con las mejores intenciones y mucha incertidumbre. Intentamos dar lo mejor y algunas veces “nuestro mejor”... ummm, ya sabes, no sale como esperamos.

Como mamá de dos adultos maravillosos, sé que mis decisiones y mis deseos hacia ellos han estado basados en mi amor y en mi anhelo por darles siempre lo mejor, pero como podrás suponer a veces lo que yo pensé que sería lo mejor no lo fue necesariamente. Y enfrentarlo unos años después, escuchándolo directamente de mis hijos ¡no es la cosa más fácil! 

El amor que tenemos hacia nuestros hijos es real, pero también lo es el dolor cuando caemos en cuenta que aunque nos esforzamos muchísimo no les dimos siempre a nuestros hijos lo mejor de lo mejor. Pero las mamás somos humanas y cometer errores es algo que viene incluido en nuestro rol. Darnos cuenta que no somos perfectas aún cuando nuestras intenciones son buenas y aún cuando damos la milla extra, es liberador si estamos dispuestas a pedir perdón y perdonarnos a nosotras mismas. Como mamás tenemos que ser honestas con nosotras mismas y dejar ir la idea de que siempre sabemos qué es o qué fue lo mejor para nuestros hijos. Es una expectativa injusta que nos ponemos a nosotras mismas. Entre más pronto hablemos de esos errores, los aceptemos, nos disculpemos y los dejemos ir; más felices estaremos todos los involucrados. 

Hablar: La buena comunicación parece ser la clave para el éxito de cualquier relación exitosa. Me inquieta por qué algunas veces parece tan difícil dominar esta gran habilidad. Hablar debería ser la cosa más natural para todos y, aún así, asumimos cosas, evitamos temas, ponemos barreras… La lista puede continuar y ser extensa. Pero ciertas cosas son sagradas y vale la pena pasar por el dolor, la incomodidad y la tristeza. Escuchar a tu hijo adulto, aprender cómo él o ella percibe ciertas situaciones y darle la oportunidad de expresar sus sentimientos sin corregirlos y sin justificarte no sólo es necesario sino también hermoso.

Aceptar: No sé si esto le pase a todas las mamás, pero si soy honesta realmente me duele cuando cometo un error con mis hijos. Amo a mis hijos más que a cualquier cosa, entonces es una mezcla entre tristeza y frustración. También un poco de injusticia. Me digo a mi misma que trabajé muy duro, que lo intenté todo y me cuestiono por qué aún así no pude dar lo mejor de mí. Sin embargo, mi error en realidad está en confundir “dar lo mejor de mí” con “ser perfecta”. Necesito aceptar que a veces no importa cuánto quiera evitar equivocarme, igual lo haré: diré lo que no debo o tomaré la decisión equivocada. Así es como es. La clave está en minimizar esos momentos y aprender de ellos. 

Dí que lo sientes: A veces pedir disculpas es doloroso porque podemos sentir que es un poco injusto así las queramos ofrecer sinceramente. Unas disculpas genuinas traen libertad para nuestros hijos y para nosotras como mamás. Pudimos haberlos herido sin darnos cuenta. Estar dispuesta a escuchar a tus hijos y disculparte crea un espacio para aclarar algunas cosas y poder tratar con ellas. Es una carga que se quita, una oportunidad de conocer mejor a tus hijos y ver cómo la relación crece. 

Dejar ir: No hay necesidad de seguir meditando en el pasado. Una vez es discutido y enfrentado es tiempo de dejarlo ir. No hay necesidad de presionarnos a recordar lo que hemos hecho o tratar de entenderlo o de sentirnos culpables. A veces no has hecho nada malo, pero por alguna razón tus hijos perciben las cosas de manera diferente. Hablar acerca de esto a veces es necesario y respetar el punto de vista de tus hijos también lo es. A veces está bien no estar de acuerdo con ellos, siempre y cuando haya un deseo genuino de entender cómo las cosas los han afectado. Pide perdón, perdónate y deja ir una vez más. 

No sacrifiques tu relación con tus hijos por la breve satisfacción de sentir que estás en lo cierto o de querer sentirte bien. El reto y la alegría de ser mamá no se detiene a medida que nuestros hijos crecen, se vuelve más interesante y se transforma, pero una cosa nunca cambia y es el amor que sentimos por nuestros “pequeños”, aún cuando no son pequeños nunca más. 

Manuelita

Disfruta la aventura de ser mamá

manuelita otero

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Ser padres no es fácil. Puede ser, sin lugar a dudas, la responsabilidad más grande de nuestras vidas. No hay guía que explique cómo criar a nuestros hijos y, así sea el primero o el quinto, ningún hijo es igual; así que las experiencias anteriores con otros hijos no siempre aplican. La verdad es que muchas veces nada nos puede preparar para las sorpresas que nuestros hijos nos dan o para la manera en cómo nuestras vidas cambian mientras los criamos. 

No podré darles el secreto de cómo ser la mejor mamá, nunca podría pretender tener todas las respuestas. Sólo quiero compartir algunas cosas que he aprendido mientras veo a mis hijos crecer. Ahora que tienen 21 y 23 años puedo disfrutar una nueva etapa y continuar aprendiendo de ellos-y con ellos- lo que significa ser mamá. 

Aquí les dejo algunos pensamientos. Lo más probable es que ya conozcas todos estos tips, pero de pronto es exactamente lo que necesitas escuchar hoy. Eso y el hecho de que ningún padre hace todo el tiempo las cosas bien, así que sigue dando lo mejor de ti:

  • Tus hijos son diferentes, respeta su individualidad y nunca los compares, especialmente con sus hermanos.

  • Escucha bien a tus hijos, especialmente lo que dicen sin palabras. 

  • Ten estándares altos para tus hijos. ¿Por qué no lo harías? ¿Por qué no esperar lo mejor?

  • Tus hijos no son tú, sus sueños son diferentes a los tuyos. 

  • Como padres amamos, guiamos, enseñamos y luego dejamos ir. (Esa es la parte más difícil). 

  • Crea espacios seguros para hablar y compartir.

  • Guía y corrige, pero no juzgues.

  • Ten cuidado con las palabras que usas.

  • Dale a tus hijos la libertad de cometer errores. 

  • Enséñale a tus hijos que las cosas que valen la pena requieren tiempo y trabajo.

  • Enseñar con el ejemplo es poderoso. 

  • Decir NO de vez en cuando no es sólo bueno, además es necesario. 

  • Entérate con quién andan tus hijos.

  • Se intencional. Las relaciones sólidas toman tiempo y se construyen con pequeñas cosas día a día.

  • Pon límites, define consecuencias y llévalas a cabo. Se consistente. 

  • Se paciente, las cosas toman tiempo. 

Nunca será tarde, ser padres es un regalo y una responsabilidad para toda la vida. Disfruta cada minuto tu labor de ser mamá o papá, lo bueno, lo malo y lo feo. Los buenos tiempos crean recuerdos bonitos y especiales, los momentos difíciles nos regalan lecciones valiosas. Algunos de estos momentos son muy dolorosos, pero necesarios y cuanto más pronto pasemos por ahí, mejor para todos.

Hay muchas cosas que esperamos y deseamos para los increíbles seres humanos que nos fueron confiados, pero nuestro principal objetivo debería ser ayudarlos a ser todo eso que ellos pueden llegar a ser. Apoyarlos para que usen sus dones y talentos, añadan valor a la sociedad en la que viven, dejen un legado importante y sean felices cuantas veces sea posible. 

Tómate un día a la vez, da lo mejor de ti, ama en grande y disfruta la aventura de ser mamá.

 Manuelita


¡Lo Hicimos!

manuelita otero

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¡Tener comunidad es algo asombroso! Nosotros llegamos hace poco de nuestro Bogotá Experience y es la única forma que encuentro para describir esta experiencia. Volvimos con nuestros corazones llenos y muy emocionadas acerca de todo lo que pasa durante este tipo de viajes, las amistades que se forman y los increíbles recuerdos que se crean. En este momento tengo muchos sentimientos diferentes, así que necesito un tiempo para hacer una pausa y saborear, y luego sí estaré lista para apreciar todo lo que pasó. 

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Esta vez fue la primera vez que Ana y yo -socias fundadoras de Happily, en alianza con My Closet Etc-, pudimos realizar un taller para mujeres juntas. Nuestro taller Know Yourself, Love Yourself fue una oportunidad hermosa para conocernos a nosotras mismas aún mejor y celebrar lo maravillosas que somos. Queríamos que nuestras invitadas se sintieran consentidas, que pudieran tomar una pausa en medio de sus agitadas vidas y tener tiempo para ellas mismas y recordar lo maravillosas que son. El taller estuvo acompañado de una clase de lettering con CataTinta, que compartió con nosotras su talento y experiencias, y nuestros anfitriones fueron Miguel y Anamaría de DeTalMadre que decoraron hermoso y cocinaron delicioso. 

Siempre me sorprendo con alegría de cómo las cosas cambian en el camino, como el “plan perfecto” cambia y se torna mucha mejor de lo que yo espero, y estoy muy agradecida de cómo Dios une a las personas correctas y cuida de cada detalle. Amo muchas cosas de hacer Experiencias de Viaje, pero mi parte favorita es conocer a las personas que viajan con nosotros. El primer almuerzo es el mejor, cuando estamos alrededor de una mesa describiendo y contando quiénes somos sin caer en cuenta que dentro de poco, en un par de días, sabremos mucho más la una de la otra de lo que conocen muchos de nuestros mejores amigos de la vida. No tiene mayor sentido, cómo extraños pueden sentirse tan cerca en tan corto tiempo. Debe ser el país, la actitud, los lugares que visitamos… Pero lo que sí sé es que todo esto es sirve para recordar el poder de la comunidad y cómo nos podemos edificar la una a la otra. 

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Las mujeres que fueron con nosotras al Bogotá Experience son hermosas por dentro y por fuera. Son fuertes, independientes, inteligentes, talentosas, creativas y sabias… Hay tantas formas de describirlas. Admiro a cada una de ellas. Puedo seguir y seguir hablando de nuestro viaje, las cosas divertidas que hicimos, todos los recuerdos compartidos, cuando nos tendimos la mano en momentos especiales, la forma en que cada mujer tocó nuestros corazones hasta el punto de que lloro tan sólo pensando en esto. Pero, en vez de seguir con las anécdotas y detalles, voy a escribir algunas de las cosas que recordé gracias a este viaje: 

  • Trabajar con mujeres es algo espectacular. Ya lo sabía, pero tenía que decirlo de nuevo.

  • Mostrarnos vulnerables es una hermosa forma de conectarnos. 

  • Hay que compartir nuestras historias, alguien necesita oírlas.

  • Los museos son espacios donde la creatividad fluye. Nota para mí misma: pasar más tiempo en los museos.

  • Es posible hacer amistades valiosas en pocos días si uno está abierto a esta posibilidad. 

  • La edad no importa.

  • Nunca es tarde para resetear, reiniciar y recrear tu vida.

  • El mejor plan es el que nunca fue planeado.

  • La gente flexible es la mejor.

  • No necesitamos ser princesas que necesitan de un príncipe para salvarse.

  • La honestidad es algo muy bello.

  • La gente joven es muy cool.

  • A lo que te dedicas, siempre es importante para alguien. 

A las mujeres que se inscribieron, les quiero decir: ¡Gracias! No se pueden imaginar lo que significa para nosotros tener el privilegio de conocerlas y haber compartido con ustedes un par de días en nuestro país, Colombia. Ustedes nos inspiran y nos llenan de alegría. A nuestro equipo: Ana Cuéllar -con el soporte de su chiquita Manu- De Tal Madre, Catalina, Edilson, el equipo del Hotel Casona de Usaquén y a todas las personas que de una manera u otra hicieron de esto una realidad, gracias por impresionar de una manera hermosa a nuestras invitadas. Y a ustedes nuestras lectoras, recuerden lo valiosas que son y lo mucho que las amamos. 

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Manuelita

Por cierto, mira estos blogs escritos por la increíble Jhazzmyn Joiner que viajó con nosotros a nuestro Bogotá Experience:

5 Things my time in Bogota taught me

Vacay in the middle of the semester: The Bogota Experience

Dime con quién andas…

manuelita otero

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Las personas latinas solemos amar esos dichos que han pasado de generación en generación y que, aunque a veces sólo parecen ser graciosos o no tener mayor sentido, tienen mucho de cierto. Si tú tienes raíces latinas o fuiste criada en una cultura latina y escuchas un refrán o un dicho, seguramente te vas a transportar en el tiempo y vas a recordar años atrás cuando tu abuelita sonriendo te decía ciertos dichos como parte de su valiosa sabiduría. Dime con quién andas y te diré quién eres es precisamente uno de ellos. Y es uno los favoritos de las mamás cuando quieren hablar con sus adolescentes, tratando de enseñarles la importancia de escoger buenas amistades y buenas compañías. Pero, qué tal si lo aplicamos a nuestra vida justo ahora, independientemente de la edad o la etapa de la vida que estemos viviendo. A la larga, siempre va a ser importante qué personas tenemos cerca. 

Podemos escoger nuestras amistades a cualquier edad. En nuestro presente, las personas con las que elegimos invertir nuestro tiempo son una parte clave de lo que somos porque, ya sea que nos demos cuenta o no, tienen un gran impacto en nuestras vidas, negativo o positivo.

A veces le damos mucho poder a otros. Pero entre más te conozcas -lo que necesitas, lo que quieres y lo que puedes darle a las personas que están cerca de ti- mejores decisiones vas a tomar con respecto a tus compañías. Cuando te valoras y valoras tu tiempo, también valoras en quién lo inviertes. 

Tu felicidad no puede depender de estar cerca de un grupo de amigos o de una persona en particular, pero sí puedes ser afectada para bien o para mal por las personas con las que pasas tiempo, entonces por qué no hacerte preguntas como estas:

  • ¿Qué estás buscando realmente en una amistad?

  • ¿Qué cualidades admiras en otros?

  • ¿Qué disfrutas haciendo? 

  • ¿Con qué frecuencia te gusta ver a tus amigos? 

  • ¿Con qué frecuencia te gusta estar a solas y pasar tiempo de calidad contigo misma?

  • ¿Tus amigos pueden entender que necesitas tu tiempo y tus espacios?

  • ¿Tienes un amigo(a) que puedas llamar a cualquier hora para compartirle algo por lo que estés atravesando?

  • ¿Tienes a alguien en quien puedas confiar de tal forma en la que no te vas a sentir juzgada?

  • ¿Cómo le estás añadiendo valor a tus relaciones de amistad? ¿Eres una buena amiga?

Saca un rato para pensar en las personas que te están rodeando. Saca tiempo para pensar en qué tipo de amistades tienes y si son las que realmente quieres. Recuerda cuán importante es que te rodees de personas que le añadan valor a tu vida y asegúrate de que tú también estés añadiendo valor a la vida de esas otras personas porque, a fin de cuentas, de eso se trata la vida: de compartir y animarnos a lo largo de este viaje. Tener comunidad es un regalo precioso.

Manuelita 


El regalo de viajar

manuelita otero

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Todavía me acuerdo como si fuera ayer de la primera vez que mi hija viajó. Nikka estaba envuelta en una cobija y su papá la llevaba como si fuera un paquete muy especial. No lloró durante todo el viaje y la mayoría de los pasajeros ni se dieron cuenta de que estaba en el avión, pero para ella ese viaje fue el comienzo de una de sus más grandes pasiones: viajar. Pasión que ha impactado su vida de manera muy especial. En ese primer viaje ella tenía dos semanas. La experiencia de mi hijo Andrei fue similar, pero, en vez de un viaje en avión, su primer acercamiento a la experiencia de viajar fue por un camino destapado -estilo trocha-, justo un día después de haber nacido porque el hospital quedaba lejos de donde vivíamos.

El regalo de viajar continúo. Nos fuimos a vivir a varios países, probamos comidas interesantes, conocimos personas increíbles que viven muy diferente a nosotros. Aprendimos nuevas costumbres, disfrutamos otras culturas, apreciamos la belleza de la naturaleza de cada lugar y amamos cada minuto, incluyendo las decenas de noches sin dormir por el jet lag, los retrasos en los vuelos y las escalas, las empacadas y desempacadas. Hacer de nuevos lugares nuestro hogar tuvo sus retos: cómo encontrar apartamento y colegio aproximadamente cada año y cómo hacer nuevos amigos, pero nos encantó porque sabíamos que nuestro estilo de vida no era común y, esto, fue un regalo que recibimos con los brazos abiertos. Quisimos disfrutar esa etapa y disfrutarla completamente.

Cuando alguna familia con pequeños me pide consejos, siempre les doy como respuesta: viajar con niños. Viajar les enseña a los niños a comer de todo, a ser flexibles, a apreciar y respetar las diferencias, a pensar fuera de lo común, a hacer cosas nuevas y marcar una diferencia, a vivir en el momento… No puedo explicar cómo viajar ha impactado positivamente a nuestra familia, cómo nos ha ayudado a acercarnos más, como nos ha dado una perspectiva diferente, y como nos ha enseñado a dejarnos llevar un poco por las circunstancias e ir con la corriente cuando ha sido necesario. Los mejores recuerdos se crean cuando los cuidadosos planes e itinerarios que hacemos fallan y la vida sencillamente “ocurre”. Nunca olvidaré cuando después de un largo viaje a la India, muy tarde en la noche, en nuestro camino a Nellore, el carro en el que íbamos se dañó. Y, aunque no podíamos ver nada a nuestro alrededor, sí pudimos ver en el cielo las estrellas más brillantes que jamás hayamos visto. O cuando llevamos a un grupo de amigas a Colombia y, como consecuencia de retrasos en los vuelos, tuvimos que viajar tarde en la noche de Barranquilla a Cartagena en bus. Ellas estaban preocupadas, por decir lo menos, pero la unión y la solidaridad que nacieron en ese trayecto nocturno no tuvo ni tiene precio.

Cuando viajamos, las fotos más lindas no son las que nos tomamos al lado de los edificios famosos alrededor del mundo, son las que nos hacen regresar en el tiempo y sonreír. Mis hijos han crecido y también su amor por viajar. Acabamos de regresar de un viaje por Colombia con ellos y con otro grupo de amigos nuevos porque cuando descubres algo que amas, lo compartes. Nikka y Andrei ya no son los pequeños que necesitan ser entretenidos por horas durante los largos vuelos, ahora son jóvenes adultos que les encanta viajar solos, con amigos o con su mamá, lo que me llena el corazón de alegría.

Los viajes en tu vida no tienen que ser a lugares lejanos ni tienen que costar una fortuna, sólo necesitas que ocurran. ¡Necesitas hacerlos realidad! Ya sea un día explorando la ciudad donde vives o un par de días o semanas haciendo el viaje por el que has estado ahorrando por años. Sal, explora el mundo sola, con tus hijos, con tu familia, o con nuevos amigos. Te cambiará la vida y puede ser exactamente lo que has estado buscando.

Manuelita

Rato Mariposa

manuelita otero

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¿Te gustan los consejos? ¿Darlos o recibirlos? Desde que soy mamá, a mí me encantan porque hay unos que realmente son “salvavidas”. Eso sí, evito la saturación para no enloquecerme buscando mucha información o hablando con demasiadas personas sobre el tema que ande por ahí martillándome la cabeza. Y, aunque me gusta hacerlo, la verdad me cuesta. Para mí no es tan fácil coger el teléfono, llamar a alguien e ir al grano. No sé si es orgullo, pereza o que no quiero “molestar”, pero cada día valoro más recibir esos “tips de oro” que a veces sólo logramos descifrar las mamás y los papás. Así mismo, ahora trato de compartir más los míos y no quedármelos. Los consejos son un hit tanto cuando los damos, como cuando los recibimos sin ponerle arandelas a lo que queremos decir y sin aparentar que tenemos el control sobre todo.

Hace unos años, una amiga muy especial, cuando supo de mi embarazo me aconsejó que una vez fuera mamá, siempre, siempre, siempre dejara espacio para mí y para mi matrimonio. Me hizo una carta hermosa que se llamaba De mamá a mamá y de esta se me quedó muy grabada en la memoria la palabra “cine”. Creo que esa palabra resumía lo que ella quería decirme: Pase lo que pase, siempre saquen tiempo para ustedes como pareja. Saquen tiempo para ir así sea a cine. Y hoy, siete años después de recibir su consejo, sigo haciendo caso, y ¡claro que voy a cine!

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Esta misma amiga, unos años después de que nació mi chiquita, me decía: “Tienes que dejar tiempo para ti, aunque tú estés cuidando a tu hija, aunque parezca imposible”. Cuando escuché este segundo consejo del alma, me dije: “claro... es necesario y no debe ser tan difícil; es sólo cuestión de hacer horarios, sacar el tiempo y punto”. Y les confieso que me ha tomado mucho, muchísimo tiempo implementarlo. Empecé hace como 2 años. Un día llamé a mi chiquita, que en ese entonces tenía 5 años, la senté en medio de una tarde típica de juego y le dije: “Bueno, mamá va a empezar a sacar tiempo para ella, para hacer lo que ella quiera hacer: leer, dormir, ver tele, hablar por teléfono, lo que sea. Así que ayúdame a ponerle a ese tiempo un nombre que las dos podamos entender y que cuando mamá diga que ese tiempo va a empezar, nos quede fácil recordar de qué se trata” . Ella, sin pensarlo mucho, me dijo: “Ya sé mami, pongámosle «el Rato Mariposa»”.

A mí el nombre, la verdad, me pareció divino, porque expresaba lo que yo necesitaba sentir: algo de libertad como mujer y como persona, así fuera mamá full time. Ahora, aunque el momento de ponerle el nombre estuvo hasta romántico, aplicarlo en la vida real fue tremendamente difícil. Lo hice sólo un par de veces y -aunque fuí muy feliz esas pocas veces-, al ver la oposición tan grande de mi hija cada vez que yo le decía que quería tener mi Rato Mariposa y ella ya tenía un juego en mente o alguna “locura” pensada; no fui capaz de ser constante y el año pasado lo dejé morir lentamente. Intenté de todo: escoger un día a la semana, luego una hora al día, luego que fuera espontáneo y nada funcionó. No tuve en esa etapa ni el corazón ni la determinación para que funcionara. Sin embargo, este año tomé la decisión de que, sin importar si mi hija se iba a molestar un poquito o un pocote con mis Ratos Mariposas, estos tenían que revivir porque me hacen falta, porque son sanos para las dos, porque si yo no siento algo de libertad como mamá empiezo a sentirme ahogada y amargada y sobretodo porque recordaba las sabias palabras de mi amiga diciéndome: “Si tú lo haces hoy por ti, ella lo hará mañana por ella. Ella te verá como ejemplo y se dará cuenta que es importante sacar tiempo para uno mismo siempre que se pueda”. Así que, luego de varios fracasos en años anteriores, este año empecé los miércoles y estoy feliz. Es ese tipo de felicidad que cuesta, porque, claro, no es fácil verla a ella incómoda tratando de decidir autónomamente qué quiere hacer mientras mamá está en su Rato Mariposa -al que, por cierto, ahora llamo para mis adentros «Reto Mariposa» - y tampoco es fácil que me interrumpa cada 5 minutos y responderle con una sonrisa que “mamá está en su espacio”, pero ahí vamos y sé que vamos bien.

Hoy sólo quiero decirle a mi amiga una y mil veces: Gracias. Gracias por atreverte a dar esos consejos que a veces no son tan fáciles de dar porque tal vez uno no quiera meterse en la vida de otra persona o porque pueden sonar simplemente como uno más del montón o porque, como en mi caso, son difíciles de aplicar. Gracias por no haberte callado eso que sabías por tu experiencia y que, además, sabías que me haría feliz. Gracias por entender que las familias no evolucionan solas.

Los buenos consejos pueden cambiar vidas, pueden salvar familias. Muchas veces sólo se trata de escuchar atentamente y aplicar esas palabras que por algo te hacen eco una y otra vez sin importar el paso del tiempo. Yo no sé si lo que necesitas es tener un Rato Mariposa. Yo no sé si lo que necesitas es ir más a cine. Pero sí sé que si das con cariño lo que sabes y recibes con humildad lo que otros tienen por decirte, no te vas a arrepentir de atesorar esos consejos que caen como anillo al dedo.

Ana




Comunidad… ¡Qué cosa más bonita!

manuelita otero

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¿No se siente bien estar alrededor de personas que te dan la libertad de ser tú misma? Pero aún mejor, ¿no se siente bien cuando nosotras mismas nos damos la libertad de ser quienes de verdad somos? ¿Cómo sucede esto? No lo sé, pero sí sé que es algo mágico y maravilloso.

Acabamos de regresar de nuestro retiro creativo en Cartagena. Cinco días, once mujeres, una ciudad mágica y la mejor comunidad que hubiéramos podido pedir. Fue tan refrescante compartir con mujeres con diferentes historias, diferentes costumbres, diferentes edades, diferentes pasiones y llegar a la misma conclusión: ¡todas somos increíbles!. Me encantó ver a cada una brillar en su propia forma de ser, verse hermosa y sentirse hermosa sin la necesidad de parecerse a nadie más, sino mejor dándose todas la total libertad de ser ellas mismas. Y aún más interesante, muchas no nos conocíamos personalmente antes de iniciar nuestro viaje a Cartagena.

¿Fue todo perfecto durante nuestro viaje? ¡No! En realidad comenzó un poco rudo, con grandes demoras en los vuelos que trataron de dañar todo el paseo, pero la belleza de la comunidad radica en la fortaleza que recibes de las personas que están a tu lado apoyándote. Cuando te sientes débil, alguien te recuerda lo fuerte que realmente eres; se ríen contigo en medio de momentos difíciles y locos o simplemente se sientan en silencio a tu lado y su compañía te reconforta. A las cinco de la mañana del viernes, día en que empezaba nuestro viaje, había una alta probabilidad de que todos nuestros planes se vinieran abajo incluso antes de comenzar nuestra aventura, pero nadie dudó que íbamos a encontrar la forma de hacer que sucediera. Así que encontramos soluciones juntas y creímos en que se podía, adaptándonos a los cambios grandes, y no tan cómodos, que en la logística de los trayectos nos tocaba hacer; buscando el plan “B”, el plan “C” e incluso hasta el “D” para poder llegar de Atlanta a Cartagena.

Comunidad no se trata de pasar tiempo con personas que se parecen a ti, que piensan como tú y que están de acuerdo contigo en todo. Por el contrario, se trata de aprender de las diferencias, escuchar historias de vida sin juzgar y apreciar los detalles del camino de otras personas.  Es acercarnos sin máscaras, sin barreras y darnos el permiso de ser vulnerables.

Lo más probable es que seas una mujer fuerte e independiente y eso es bueno, muy bueno, pero eso no significa que no te puedas o debas rodear de personas que sean la comunidad perfecta para ti. Algún día las necesitarás, algún día te necesitarán y todos los días son una oportunidad perfecta para celebrar la amistad que encontrarás en tu comunidad. ¿Has encontrado a tu tribu? ¿Has encontrado a esas personas que te ayudan a crecer, te animan, te retan? ¡Encuéntralas, aprécialas y agradéceles!  

Manuelita @manuelitaotero     


Los niños son esponjas, pero no hay que abusar...

manuelita otero

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¿Cuántas veces has escuchado que “los niños son una esponja”? Yo, por lo menos unas 100 veces, y sin exagerar… entre jardín, colegio, familia, amigos, redes sociales. Esta creencia de muchos me llenó de esperanza cuando empecé a ser mamá hace 6 años. Me dije “ah, bueno, así la cosa, seguro que me hago entender de alguna manera”. Es decir, siempre lo leí como un “por un lado o por el otro, con palabras, sermones o canciones, algo se le quedará a mi hija porque es como una esponja” y seguro que “más tarde que temprano me va a entender y va a APRENDER”, porque creo que esa es precisamente la obsesión de muchas de nosotras -mamás, abuelas, tías-: que nuestros chiquitos algún día aprendan algo de todo eso que tanto les repetimos. Y, si somos sinceras, especialmente todo lo que tiene que ver con “portarse bien” y “hacerles caso a los papás”. Aunque, también quiero reconocer que me siento rodeada de una generación de papás que se esfuerza por reforzar muchos otros mensajes, como el amor, el respeto al planeta y a las diferencias.  

En mi carrera porque mi hija fuera una esponja “ultra absorbente” ¡Ups!, nunca me detuve a pensar con calma -hasta ahora- qué tanta información le estaba dando. Y, cuando hablo de información, me refiero a todas esas afirmaciones que hablan de los principios con los que quiero que llene su vida para que, según mi opinión, pueda ser feliz y tener una vida sana y bonita. Cosas como “perdona, pero pon límites”; “esfuérzate así no ganes”; “saluda con amabilidad”; “respeta y cuida tu cuerpo”; “lo importante es intentarlo”. A veces, para mí, es hasta chistoso ver que -sin ser tan consciente- puedo parecerle a mi hija un manual de urbanidad y valores de esos que son como aburridos. (Por ahora, el parecer aburrida no es mi motivo de atención ni de preocupación, porque igual sigo creyendo que desde que “algo se le quede”, lo de aburrido es secundario).

Lo que sí es motivo de mi atención en este momento de nuestras vidas, es que hace poco me di cuenta que no la estaba educando. La estaba bombardeando. Y esto fue claro como el agua justo hace unos días ante una crisis que tuvimos… Sí, literalmente bombas y bombas de enseñanzas le estaba mandando acerca de cómo hacer bien las cosas, cómo respetar al otro respetándose ella primero, cómo ser buena hija, vecina, nieta, compañera de curso, en fin… Ni hago la lista completa porque confieso que me da algo de pena y, además, terminaría como en 3 días.  

En medio de la crisis tuve un momento de claridad, de esos que las mamás solemos tener y que decimos ¡Gracias!. Analizando la situación, sencillamente no entendía por qué si le estábamos enseñando tantas cosas “buenas” y “bonitas” la cosa no estaba fluyendo tan bien como esperábamos o como supuestamente debería ser, hasta que ¡eureka!: Me di cuenta que el quid del asunto estaba era en la cantidad -la verdad un poco exagerada- de enseñanzas más que en su calidad. ¿Cómo lo noté? ¿Cómo lo supe? Por su cara, por mi cara, por lo que sentí en mi corazón y sobretodo por su evidente ansiedad y algo de confusión al buscar entre tanta enseñanza cuál era la que había que sacar justo en la situación que estábamos viviendo. ¿Era la capacidad de calmarse rápidamente? ¿Era la obediencia a papá y mamá? ¿Era el amor por el otro? ¿Era el auto-control? ¿Era el cada día trae su propio afán? ¿Era el cada decisión trae sus consecuencias? Claro, los niños son pilos, y sí, absorben muchísimas cosas, y sí, es necesario inculcarles una buena cantidad de valores importantes, pero definitivamente no hay que saturarlos. La diferencia entre educar y bombardear a un hijo es enorme y yo no me había dado cuenta porque tal vez es una línea delgada fácil de pasar y difícil de distinguir. Creo que me emocioné más de la cuenta con la idea de la “esponja”, con la certeza de saber que tenía bastantes experiencias para compartir con ella y muchas cosas que enseñarle. Olvidé -en medio de mi emoción e inexperiencia como mamá primípara- poner algo de pausa, algo de ritmo, algo de sensatez.

Si sientes que algo así te puede estar pasando, o si sólo quieres darte la oportunidad de revisarlo con tus hijos, vale la pena hacerlo. No te imaginas el alivio que estamos sintiendo en mi familia con la nueva decisión de educar en vez de bombardear. Estamos probando estrategias para concentrarnos en pocas cosas a la vez y seguro que vamos a encontrar la que mejor va a funcionar. Por ahora nos estamos inspirando en Tiempo de Juego, una fundación colombiana que ha logrado mejorar la vida de miles de niños y jóvenes en condiciones vulnerables a través del fútbol. Ellos usan el deporte como excusa para enseñar y lo hacen con ritmo, con pausa y con sensatez: un valor por partido. Finalmente, es cierto: cada día trae su propio afán.  

Ana

¿Mamá o amiga?

manuelita otero

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Ser mamá o papá puede ser un poco confuso, por decir lo menos, y toda la información que existe disponible hoy en día lo hace aún más difícil. Los lineamientos y guías que hay por todas partes van desde lo que es muy estricto hasta lo que es extremadamente relajado. A veces demasiada información es más dañina que útil. Cuando estaba embarazada de mi primer bebé compré el libro What to expect when you’re expecting. Leí las primeras páginas muy emocionada, pero unos días después me ocupé y no pude continuar con el libro. Ese fue el primer y último libro que leí sobre crianza. Un año y medio después, dos bebés y un trasteo a Australia definieron el tono: no había tiempo para leer los últimos consejos o tendencias sobre cómo ser buen padre. Así que lo hicimos a nuestra manera, y salió muy bien. ¿Son mis hijos perfectos? No y está bien, porque ese no era el objetivo. Hoy en día son jóvenes increíbles y estoy muy orgullosa de ellos. El camino a su lado ha sido maravilloso y he disfrutado cada minuto.

Ser papá o mamá definitivamente no es una tarea fácil, pero tampoco tienes que hacerla más difícil de lo que es. Puede que sientas mucha presión por todas partes o que estés preocupada porque no estás haciendo todo lo que se supone deberías hacer, cuando en realidad lo único que tienes que hacer es disfrutar tu maternidad como un tesoro. No hay métodos perfectos, como todo en la vida, ser padre requiere amor y mucha paciencia. Hoy quiero compartir lo que he aprendido de mi experiencia como mamá:

-Los niños necesitan límites. No pueden hacer lo que quieran cuando quieran. Si no aprenden sobre límites en la casa, ¿Entonces donde aprenderán? ¿En internet? ¿De sus amigas? ¿De la sociedad? No tengas miedo para definir límites.

-Los niños necesitan escuchar un “no” de vez en cuando, no pueden tener todo lo que quieren porque todo lo que quieren puede que no sea todo lo que necesitan, así sean cosas buenas. Ellos necesitan desarrollar persistencia, disciplina y aprender a trabajar por lo que sienten que es su propósito.   

-A veces tus hijos van a tener que hacer cosas que no quieren hacer y eso también está bien. Puede que no quieran lavar los platos, visitar a un familiar enfermo, apagar el teléfono durante las comidas, pero ni modo porque así es la vida: a veces tenemos que hacer cosas que no queremos hacer, pero que sabemos que servirán para el beneficio de todos en casa.

-Los niños necesitan verte hacer lo que tú les estás diciendo que hagan. Ellos necesitan aprender modales y buenas costumbres de ti, necesitan escuchar cómo le hablas a otros y cómo tratas a los demás. Ellos están mirando todo lo que haces.

-Los niños necesitan horarios para crear hábitos y organizar su tiempo y esto lo aprenden en la casa dependiendo de los límites que establezcas desde pequeños.

-Los niños necesitan explorar sus talentos, saber qué los apasiona, aprender a maximizar sus habilidades, compartir sus dones y ser felices siendo quienes son; y eso comienza en la casa. Ellos necesitan tu apoyo.

-Los niños necesitan saber que tú los amas pase lo que pase, necesitan saber que así se equivoquen tu amor no va a cambiar. De esta forma será más fácil hablar de temas difíciles porque ellos, así no lo crean, necesitan tu dirección.

Entonces, ¿deberíamos ser amigos o padres? ¿Qué tal los dos? Se la amiga que es honesta, que puede decir las cosas como son -con respeto y cariño-. Se la amiga que dice la verdad, que está disponible sin juzgar, pero que a la vez está dispuesta a corregir y a guiar. Se la madre que no espera perfección de un hijo, que está lista para escuchar diferentes puntos de vista y perspectivas, que tiene reglas y las hace cumplir con amor. Se una líder, un ejemplo, se vulnerable y fuerte, pero sobre todo, se tú, porque tus hijos no necesitan la última tendencia en crianza, te necesitan a ti.

Manuelita @manuelita

¿En qué estás invirtiendo?

manuelita otero

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En estas últimas semanas Ana me ha estado contando sobre su experiencia de hacer homeschooling con su hija Manu, de 5 años. Si hay algo que es seguro es que ser profesor de los hijos no es algo para personas débiles, porque requiere mucha disciplina, tiempo, esfuerzo, paciencia, energía, creatividad y otros atributos. Tantos, que sería difícil enumerarlos todos. Ella dice que la experiencia ha sido increíble, pero que exige preparación y dedicación continua, lo que implica un tiempo significativo. Ana aún tiene su trabajo y también dedica tiempo a Happily Imperfect, lo que puede hacerla sentir agobiada. Pero ella sabe que está haciendo una inversión. Y una bastante sabia: ella está invirtiendo en su hija.  

Tenemos valiosos activos como dinero, tiempo y talento. Cada día que pasa decidimos si los vamos a invertir o simplemente los vamos a gastar. Invertirlos requiere investigación, planeación y paciencia, porque la mayoría del tiempo no vemos el retorno de nuestra inversión de manera inmediata, sino varios años después. Pero si hacemos bien la tarea e invertimos en las cosas correctas, disfrutaremos de grandes resultados y estaremos felices de haber hecho lo que hicimos. Entonces, la pregunta es: ¿en quién estás invirtiendo? Porque las inversiones no son sólo cuestión de plata. De hecho, las inversiones más importantes que hacemos no tienen nada que ver con dinero. Requieren tiempo -sin lugar a duda uno de nuestros activos más importantes-, que cuando lo invertimos en personas, es con seguridad una inversión a largo plazo. Puede que ahorita estés invirtiendo en ti, estudiando hasta tarde después de un día de trabajo para avanzar en tu carrera, o puede que estés invirtiendo en una amiga, ayudándole en algo importante para ella, o puede que estés invirtiendo en una persona que está pasando por un momento difícil o de pronto, como Ana, estás invirtiendo en tus hijos

Lo más complicado sobre las inversiones es que a veces no sabemos si van a valer la pena y vamos a ver el retorno. Puede que iniciemos una inversión con mucha emoción, pero el camino es largo y el compromiso a veces duele. Puede que tengas dudas a lo largo del viaje y puede que te preocupe pensar que no vas a poder continuar con la inversión. Pero una vez llega la hora de recoger los frutos, olvidas las dificultades y te alegras mucho de no haberte dado por vencida. Ana sabe esto, pero nunca sobra que alguien nos recuerde que en un futuro disfrutaremos de nuestra inversión. A menudo le digo que todo lo que está haciendo ahora sí importa, que es algo más grande de lo que ella puede imaginar; no sólo porque está creando preciosos recuerdos con su hija, sino también porque está creando unas bases muy fuertes para tener una relación que podrá contra la prueba del tiempo. ¿Por qué digo esto con certeza? Porque he estado ahí, justo en ese lugar. He invertido durante años mucho tiempo y esfuerzo en mis dos hijos. Toda mi vida he depositado y ahora estoy recibiendo no sólo el doble o el triple de mi inversión. Incluso, honestamente, no podría decir un número, porque el retorno de mi inversión, de verdad, no tiene precio. Los largos viajes por carretera a torneos de tenis, las cientos de horas esperando en audiciones, el ir y venir de clases y de entrenamientos, las largas charlas, las recogidas después de fiestas a media noche, todo eso vale la pena. Veo a mis hijos ahora y estoy tan agradecida de quienes son y en quienes se han convertido. No son perfectos, pero son jóvenes que quieren marcar una diferencia positiva en todo lugar al que van. 

Pregúntate a menudo, “¿En quién estoy invirtiendo?”

Manuelita
 

The Crystal Quilt

manuelita otero

Hace poco mi hija y yo visitamos Dinamarca y uno de nuestros momentos favoritos fue montar bicicleta por toda la ciudad. Nos divertimos muchísimo y fue algo diferente porque hace años no lo hacíamos. Nos encantó la oportunidad de estar al aire libre, ver a la gente caminar, disfrutar el clima y al mismo tiempo hacer ejercicio. No sólo fueron todos los lugares que visitamos lo que hizo de este viaje algo increíble, también fue el tiempo que pasamos con Margarita, una tía muy especial. Ella nos llevó por toda la ciudad sin quejarse y sin parar. Su actitud, paciencia y la sabiduría que compartió con nosotras durante el viaje fueron regalos increíbles. ¿Mencioné que Margarita tiene un poco más de 70 años? Por eso cuando ví en el museo Tate Modern en Londres una pieza de arte llamada The Crystal Quilt inmediatamente pensé en ella.

En el día de la madre, en mayo 10 de 1987, 430 mujeres mayores de 60 años se reunieron para ser parte de The Crystal Quilt, que fue la culminación de un proyecto llamado Whisper Minnesota, una obra de arte pública que se creó con el propósito de empoderar a mujeres mayores. La artista Suzanne Lacy, junto con la colaboración de Phyllis Jane Rose, Miriam Schapiro, Nancy Dennis y Susan Stone, trabajó durante largo tiempo con varias mujeres que fueron entrevistadas. La artista quería impactar a la comunidad hablando acerca de la invisibilidad que muchas mujeres mayores a veces sufren.  

Durante la presentación de The Crystal Quilt las mujeres se vistieron de negro y se sentaron de forma organizada donde entablaron conversaciones con las compañeras que estaban compartiendo la mesa. Cada quince minutos un sonido les avisaba que debían cambiar la posición de las manos lo cual daba la impresión de que eran puntadas en un edredón.

A medida que leía sobre esta obra de arte, escuchaba las conversaciones grabadas, miraba las fotos y observaba el video; recordé la importancia que tienen las mujeres mayores en nuestra vida: su sabiduría, conocimiento y todo lo que contribuyen a nuestra sociedad es muy valioso. Me alegra que la obra de arte no haya sido una pieza estática sino un proyecto que duró tres años e involucró a muchas mujeres. Fue más allá de las paredes de un museo e impactó la vida de varias personas y, lo mejor, aún lo está haciendo pues cuando yo lo vi, reflexioné un rato y me dieron ganas de compartirlo y de hacer algo al respecto.

Tú tienes la edad que sientes. La actitud, la bondad y el carácter son más importantes que un número, así que es interesante que veamos a mujeres que han vivido más que nosotras como una fuente de apoyo, sabiduría y calor humano; mujeres con las que vale mucho la pena compartir tiempo. Debemos recordar que ellas aportan y quieren seguir aportando a nuestra sociedad más de lo que muchas de nosotras podamos imaginar.

Manuelita @manuelitaotero

¿Viajas con niños? Que sea una gran experiencia, depende de ti

manuelita otero

¿Conoces a alguien que no se emocione con la palabra “vacaciones”? Casi siempre que se habla de viajar la gente sonríe, se entusiasma, se pone de buen genio, unos incluso gritan de emoción y otros terminan suspirando profundamente. Comenzando, este suspiro parece una expresión sólo de felicidad y alivio. Luego, es un suspiro lleno de expectativa y, finalmente, ese suspiro también tiene algo de preocupación. ¿De dónde viene esa preocupación en un panorama que sólo pareciera tener diversión, descanso y aventura? La respuesta, creemos, es sencilla: viene de la ansiedad y del deseo de querer tener unas vacaciones perfectas, así sepamos que eso es poco probable que ocurra.

¿Qué pasa cuando en esa idea de viaje perfecto nos acompañan niños? Hay todo tipo de familias: gente que se emociona y disfruta del viaje a pesar de que viajar con niños sea algo que les exija un poco más de planeación; familias que se estresan más de la cuenta pensando en cómo hacer para que sus hijos se “porten a la altura”; mamás que están acostumbradas y no le ponen “mayor misterio” al asunto y, lo mejor, personas que no sólo aprecian sino que además agradecen todas las ventajas de viajar con niños. Agradecen su espontaneidad, su alegría, su frescura, su energía y su curiosa manera de ver las cosas. Queremos recordarle a mamás, papás, tíos, tías, abuelos y abuelas que: Viajar + vacaciones + niños = ¡Magia y diversión!
Lo más probable es que no sean unas vacaciones perfectas y sí van a requerir planeación adicional, pero vale la pena. Aquí van algunos tips para disfrutar al máximo la compañía de los niños: 

  • Analiza tus expectativas. No podemos esperar que los niños se comporten como adultos porque no lo son. 

  • Disfruta la compañía de los niños y de su espontaneidad. Trata de ver las cosas según su perspectiva. 

  • Toma esta oportunidad para enseñarle a tus hijos a que sean flexibles. A veces las cosas simplemente no salen como las habíamos planeado. 

  • Enséñale a tus hijos a ser buenos viajeros, a respetar otras culturas, a desconectarse un poco de tanta tecnología, a visitar museos y a ir con la corriente. No podemos esperar comportamientos en vacaciones que no han sido desarrollados en la casa. 

  • Un plan es solo una guía y no se puede seguir a la perfección. Los recuerdos no pueden ser planeados, hay que dejar suficiente espacio para la espontaneidad, se flexible y disfruta. 

  • Recuerda que no tienes que viajar miles de kilómetros para descubrir nuevos lugares y vivir nuevas experiencias. Comienza con tu ciudad. Visita museos con tus niños, aunque ellos estén pequeños. Ve a lugares turísticos y también a los menos conocidos. Toma caminatas en familia, cocina con diferentes ingredientes.

  • Cuando coman por fuera no ordenes el menú para niños, mejor invítalos a que pidan algo diferente. Desde pequeños enséñales a comer de todo, puede que sea más fácil decirlo que hacerlo, pero te lo agradecerán en el futuro.

Pero lo más importante de  todo es que no esperes a que tus hijos sean grandes para viajar con ellos si puedes hacerlo antes. Viajar juntos es una oportunidad para crear lazos fuertes y compartir lindos recuerdos. Aprende de tus hijos a vivir el momento, a disfrutar de los pequeños detalles y a observar mejor a tu alrededor. Convierte los viajes en una tradición familiar que se mantenga por generaciones.  
 
Ana + Manuelita

Pd: Te recomendamos nuestro especial con muchos más tips para lograr que la experiencia de viajar con niños sea maravillosa.
 

¿Qué ves?

manuelita otero

Solía pensar que una “buena” mamá  era aquella que se enfocaba primero en sus hijos, estaba siempre con una sonrisa, cocinaba todas las noches y prácticamente no cometía errores. Siendo la perfeccionista que soy, quería chulear en mi vida cada una de esas cosas que según mi opinión definía a una “buena mamá”. La verdad no sé de dónde salieron esos estándares, lo único que sí sé es que senti que ser mamá estaba siendo algo agotador que implicaba vivir bajo mucha presión. Mi corazón estaba en el lugar correcto, estaba feliz de compartir mi vida con mis hijos, pero mi percepción de ser “buena mamá” estaba basada en algo inalcanzable. 

Percepción es como vemos nuestro entorno y reaccionamos a lo que pasa en él. No es simplemente obtener información por medio de nuestros sentidos; es mucho más. Incluye nuestro pasado, nuestras creencias y nuestras experiencias. La percepción se basa en la realidad o puede venir de una idea que hemos creado en nuestra mente. Es real para nosotros y afecta nuestras actividades diarias. 

Ilusión es una percepción falsa. En mi caso tenía la ilusión de ser la mamá perfecta y creé  unas expectativas que no podían ser alcanzadas y eso me hacía sentir como una fracasada. Me pregunto, ¿por qué nos hacemos daño a nosotras mismas poniendo estándares imposibles? ¿Por qué definimos objetivos inalcanzables para “motivarnos” cuando al final solo nos hacen sentir insuficientes? ¿Por qué nos herimos de esta manera? Nos estamos afectando no solo a nosotras mismas, sino también a quienes más queremos y que están a nuestro alrededor.

Toma un momento para cuidadosamente mirarte, mirar tu vida. ¿Qué ves? Sé honesta. ¿Ves cosas buenas? ¿Estás siendo positiva contigo misma o varios comentarios negativos están apareciendo? Muchas veces no tomamos el tiempo para analizar por qué pensamos como pensamos. ¿Que está definiendo tu percepción de la vida? ¿Podría ser también la ilusión de la mamá perfecta?

Tu percepción no va a cambiar de la noche a la mañana, pero prestando atención a lo que está dando forma a tus decisiones es un buen lugar para comenzar. Muchas de las cosas en las que crees vienen desde tu niñez y las has escuchado año tras año, así que ten paciencia, sé persistente y disfruta el proceso de analizar cómo tomas tus decisiones y si quieres cambiar algo de ese proceso como mamá. Toma tiempo para descubrir y definir tus valores, tus prioridades, y lo que de verdad vale para ti y tu familia. 

En cuanto a mí y mi ilusión de la mamá perfecta… muchas cosas tuvieron que sucederme para darme cuenta de lo que me estaba haciendo a mí misma. No fue nada divertido vivirlo, pero sirvió. Ahora sé que para ser una buena mamá no tengo que seguir ciertas reglas. Cuando mi percepción cambió, tuve la libertad de ser la mejor mamá que puedo ser, con imperfecciones y todo. 

Manuelita 

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Rosado con gris

manuelita otero

A pesar de que nunca he sido fan número 1 del color rosado, siempre me ha gustado cómo combina con gris. Siento que es una mezcla armoniosa que además genera un gran contraste. Pues bien, últimamente he estado pensando mucho en esta paleta de colores, que suele ser común en la ropa y juguetes de los niños, porque quiero volverla un patrón en mi vida. Y no me refiero precisamente a usarla en cosas físicas, sino a tenerla presente en la crianza de mi chiquita.

El año pasado creo que viví una de esas “PRIMIPARADAS” (sí, así en mayúsculas) que nos pasan a las mamás primerizas, valga la redundancia. Dediqué más de dos meses -siendo un poco intensa la verdad-, a preparar a mi hija de 4 años para su entrada al colegio grande. Casi que a diario, por medio de cuentos, juegos y charlas, le hacía una lista de todas las cosas chéveres y maravillosas que se iba a encontrar e iba a vivir en el “cole grande” porque, como toda mamá (creo), soñaba con que el primer día del colegio de mi hija fuera uno de los más felices e importantes de su vida. Soñaba con que el cambio fuera “natural”, fácil y sin traumas. Que no llorara, que se fuera tranquila, que hiciera nuevos amigos, que pidiera ayuda cuando la necesitara, que no se perdiera, etc., etc., etc.

Yo estaba convencida de haber hecho un trabajo casi perfecto porque Manü jugó feliz por tres semanas seguidas al “colegio grande”. En las vacaciones, justo antes de entrar, los peluches y las barbies se convirtieron en Paula, Juan, Laura, Sofía; Mateo y la nueva profe. En mi opinión, ella, durantes esas semanas, había logrado entender que se venía un cambio feliz en su vida, con amigos nuevos, profe nueva y cosas llenas de alegría. Así que yo, muy orgullosa, decía: “Estamos más que listas”.

Con todo este preámbulo que hicimos, debo reconocer que el primer día efectivamente fue un gran primer día. Estuvo relajada, poco tímida y segura del terreno que estaba pisando. Incluso esa fue su actitud las primeras semanas. Pero, como casi todo en la vida, el tiempo es el que va mostrando con más profundidad cómo es que en realidad vivimos y afrontamos los cambios. Con esto no quiero decir que la esté pasando mal en el cole. De hecho, para nada, pero sí quiero admitir que yo le hubiera podido facilitar mucho más las cosas si en toda la antesala que hice para dar el paso del jardín al colegio le hubiera combinado “rosado con gris”. Pasé por alto, por ejemplo, contarle que así hubiera días en los que ella no quisiera ir a estudiar por sueño o pereza, igual tendría que hacerlo porque esa era su nueva responsabilidad. Olvidé mencionarle que no todos los nuevos compañeros de su salón tenían que ser sus amigos, que era normal que no le gustaran todas las clases, que de pronto algún día se podía enfermar estando allá o que tal vez en algún momento alguien le iba decir algo feo sin ella merecerlo y que los recorridos en el bus del colegio, al menos en Bogotá, a veces parecen eternos.

Aunque suelo ser muy analítica, por algún motivo no hice lo que era obvio: contarle a mi hija que seguramente también iban a pasar cosas que no serían ni tan divertidas ni tan chéveres. Claro, es una gran idea y un impulso natural que cuando hay un cambio importante, les digamos a nuestros hijos todo lo lindo, bueno y positivo que puede venir con eso; pero seamos honestos, el gris hace parte de la vida y es importante que ellos desde chiquitos lo sepan. Muchas veces es necesario que escuchen el cuento completo. Y qué mejor que sea con nuestra guía.  

Ahora, cuando pienso en este tema, de prepararnos ante los cambios, concluyo que tan sólo se requieren cosas sencillas, como hacer una lista de lo no tan maravilloso, hablar con otras mamás de sus experiencias o preguntarle a mi hija cómo cree que sería su reacción ante ciertas situaciones reales, no tan perfectas. Tras unos cuantos meses de “cole grande” veo con claridad que es necesario preparar mejor a mi chiquita para que enfrente y disfrute un mundo en el que sencillamente no todo es color de rosa.

Ana


¿Y si las relaciones no son tan complicadas después de todo?

manuelita otero

¿Alguna vez te has preguntado por qué las relaciones personales parecieran ser tan complicadas? Se trate de las personas cercanas a ti o de un extraño en una fila, a veces es de verdad difícil. ¿Te has preguntado cuál es el secreto para tener buenas relaciones? Personalmente, no creo que exista “un secreto”, creo que en realidad muchas cosas ayudan a que las relaciones personales funcionen mejor.

Mis hijos ya crecieron; ahora mi hija tiene novio y mi hijo novia y -la verdad- quisiera poder enseñarles lo que yo he aprendido con mi experiencia y así poder evitar que sufran. Quisiera que existiera una lista fácil y clara de cosas para “hacer y no hacer” cuando de relaciones se trata, pero así no es como funciona. Somos individuos complejos y nos hallamos a menudo en situaciones en las que en vez de listas ya hechas, necesitamos es carácter y perseverancia. Los tips, las guías y los consejos son maravillosos y ayudan, pero llegan solo hasta cierto punto. Creo que lo que necesitamos es enseñarle a nuestros hijos herramientas para conocerse y saber quiénes son para que, así, puedan entrar a todo tipo de relaciones con seguridad y confianza en sí mismos.

¿Por qué creo que la confianza en uno mismo es la clave? Porque es difícil para una persona con baja autoestima tener una relación sana -y lo digo por experiencia-. Una persona con poca seguridad en sí misma frecuentemente siente miedo de ser juzgada y, a menudo, siente que no es suficientemente buena persona o no tiene las habilidades para hacer una cosa u otra.  Yo era esa persona. Yo creía y aparentaba estar bien, pero al más pequeño comentario me molestaba y, de un momento a otro, esa situación podía convertirse en algo mucho más grande y complicado de resolver. Tener que enfrentar mi baja autoestima fue un proceso difícil porque sentía que tenía que tener mi vida perfectamente organizada para mostrarle a todo el mundo que yo era fuerte.  No quería ser ni verme vulnerable, pero finalmente me di cuenta que aceptando mis “debilidades”, me hago más fuerte. Reconocer la forma en cómo me sentía -y me siento- frente a ciertas cosas y compartiendo mis sentimientos con otras personas fue algo de gran ayuda para tenerme confianza.

En las relaciones personales, la confianza en ti misma te ayuda a:

  • Decir lo que sientes y sentir lo que dices. Y a darle la misma libertad a quienes están a tu alrededor. Haz tu vida más simple siendo honesta.

  • Escuchar las opiniones de otros sin la necesidad de defender siempre las tuyas. Toma lo bueno y deja ir lo que no te sirva o te aporte. Todos tenemos el derecho a tener nuestra propia  opinión. Y recuerda que no todo el mundo tiene que estar de acuerdo contigo

  • Hacer tu vida más fácil al no tomarte cada pequeña cosa como algo personal en contra tuya.

  • Disfrutar de la persona que eres y a dar lo mejor en cada relación. Tú eres única y valiosa. Tú puedes compartir algo especial con cada persona con la que te encuentras. Tú puedes hacer la diferencia en la vida de otras personas, simplemente siendo tú.

No conozco la fórmula “mágica” para mantener relaciones personales felices y llevaderas. De hecho, honestamente, creo que no existe, pero saber quién  eres y sentirte bien con ello hace una gran diferencia.

 Yo les digo a mis hijos que antes de que puedan tener relaciones sanas con alguien, ellos necesitan tener una buena relación consigo mismos. Entre más se conozcan a sí mismos, más seguros podrán ser. Entonces, supongo que, las relaciones no son tan complicadas después de todo. ¡Ámate primero para luego sí amar a los demás!

Manuelita

¡Ni egoísta, ni mala mamá!

manuelita otero

Ser mamá es es una de las cosas más lindas del mundo, pero a veces se nos olvida que nuestros bebés van a crecer, se convertirán en adultos y tendrán su propia vida, usualmente más pronto de lo que quisiéramos.

Cuando nos convertimos en mamás y alzamos por primera vez a nuestro bebé, algo maravilloso sucede y  de repente nuestras prioridades cambian. Por lo general, sólo queremos proteger a nuestro hijo o hija, verlos felices y, en muchos casos, hay mujeres que les dedican completamente su vida, olvidándose de ellas mismas. Quiero ser clara: nuestros hijos siempre nos van a necesitar, no importa la edad, y algunas etapas requieren más dedicación que otras, pero a medida que van creciendo a veces continuamos poniendo nuestras necesidades y aspiraciones a un lado, concentrando toda nuestra energía en ellos, lo que no resulta ser bueno para nadie. No podemos olvidarnos de nosotras. Somos mamás, ¡sí!, pero también somos personas con una identidad independiente de la de nuestros hijos, con intereses personales, hobbies, antojos y sueños por cumplir. Así que querer dedicarnos tiempo no nos hace egoístas o malas mamás.

Es increíble lo inteligentes que son nuestros hijos y entienden mucho más de lo que creemos, pero a veces nosotros decidimos por ellos sin siquiera darles la oportunidad de demostrarnos lo pilos que son. Si de pronto tomamos tiempo para explicarles lo importante que es tener un rato a solas durante el día y si, además, planeamos las cosas para poder tomarnos ese tiempo, nuestros hijos, incluso los más pequeños, serán nuestros más grandes motivadores.

Si quieres un espacio y un tiempo solo para ti, las siguientes ideas pueden ser de gran ayuda:

Rutina Puede que esta palabra no suena tan emocionante, pero para los niños la rutina es más que una buena idea. Es necesaria porque les ayuda a vivir en un ambiente organizado, que les da cierto sentido de seguridad. Si logramos tomar nuestro tiempo personal cada día a la misma hora, de pronto será más fácil para nuestros hijos aceptarlo y adaptarse.

Hazlos parte del equipo – Explícale a tus hijos tu objetivo, diles lo mucho que significa para ti tener tu tiempo y tu espacio. Inventen juntos un nombre para el tiempo de mamá. Incluso, algunas veces, pídeles que te den ideas de lo que puedes hacer durante tu tiempo de relajación. Claro, al final tú decides, pero ellos seguramente se sentirán felices de ser parte de algo importante para ti. También puede ser útil definir con tus hijos qué van a hacer ellos mientras tú tomas tu tiempo. Tal vez una tarea, un proyecto personal, algo que los entretenga o algo que puedan luego compartir contigo.

Reglas – Muchas veces asumimos que nuestros hijos saben lo que esperamos de ellos, cuando en realidad puede que no sea así. Es buena idea explicarles lo que el tiempo personal, o a solas, significa para ti y lo importante que es. Notarás que una vez anuncies que vas a tomar tu tiempo, tus hijos -no importa su edad- van a necesitar mil cosas de ti y, seguramente, tú querrás interrumpir lo que estás haciendo para ayudarlos, pero todo esto es un proceso y seguro que la calidad de tu tiempo a solas mejorará con la práctica. Si eres constante y respetas tu espacio, ellos poco a poco entenderán las reglas de ese “sagrado espacio”.

Regocijo  – La vida es para celebrar los eventos grandes y también los pequeños. Después de tu tiempo a solas, comparte cuando sea posible un rato extra especial con tus hijos o cuando termines algo en lo que has estado trabajando, compártelo con tu familia.

Sabemos que cada minuto con nuestros hijos es precioso. Sin embargo, para disfrutar mejor el tiempo con ellos necesitamos también relajarnos y tener tiempo a solas.  Es positivo, saludable y necesario para las mamás sacar un rato cada día para consentirse, hacer algo que disfruten o simplemente para no hacer nada. De esta forma le estamos demostrando a nuestros hijos lo importante que es tomar tiempo para disfrutar quienes somos, para hacer lo que nos gusta hacer y también les estamos enseñando que es importante tener en cuenta las necesidades de los demás.

Prepárate para disfrutar tiempo con tus hijos y tiempo a solas, ¡es un gana-gana para toda la familia!

Manuelita

El sabor de la victoria no siempre es dulce

manuelita otero

¿Alguna vez has estado en una discusión con alguien sobre algo aparentemente pequeño e insignificante y de repente la discusión se sale de control y se convierte en algo más grande de lo que podrías imaginar? Cuando esto ocurre, de un momento a otro estás discutiendo sobre cosas que no tienen nada que ver con lo inicial.  Entonces explotas y después dejas de hablar con la otra persona.  Sientes furia, dolor y confusión acerca de lo que acaba de suceder.

The Free Dictionary define una discusión como una situación en la que las partes involucradas expresan desacuerdo mutuo. Es poco realista que siempre estemos de acuerdo con las personas a nuestro alrededor, especialmente con las más cercanas. Las discusiones no son necesariamente algo malo porque son parte de la vida.  El problema es que a menudo no sabemos cómo discutir.

Si de verdad quieres a las personas con quien discutes, seguramente quieres aprender cómo convertir las discusiones en oportunidades para conocerte mejor y entender mejor a otros. Esto puede ser un buen comienzo:

-Las palabras importan: Hay una diferencia importante entre decirle a alguien “eres perezoso” o decirle  “no recogiste la ropa”.  La primera frase es un ataque directo a la persona y si alguien te ataca, lo más seguro es que te vas a defender y seguramente a contra atacar. La segunda frase, en cambio, describe la situación o el evento que inició la discusión. Así que es mejor irse por el segundo camino.

-Todo o nada son palabras que no funcionan: En una discusión palabras como “nunca o siempre”  por lo general llevan a una discusión más fuerte. La mayoría de las veces no son ciertas y están impulsadas por sentimientos personales que puede que no estén relacionados con la causa real de la discusión o las decimos por la rabia del momento; lo cierto es que aparecen a menudo y por eso es mejor tratar de evitarlas para no hacer generalizaciones que puedan ser hirientes.

- Pausa: Muchas veces, en medio de una discusión, los sentimientos del momento puede que te hagan decir cosas muy ofensivas. Una vez una palabra sale es imposible hacer que regrese, el daño está hecho y no hay nada que hacer. Conócete lo suficientemente bien para darte cuenta cuando necesitas unos minutos para calmarte. Así puedes evitar problemas graves causados por el enojo.

- ¿Ganar?: Lo más probable es que cuando discutes quieras ganar, quieras estar en lo correcto y puede que hagas cosas que no están del todo bien para lograr esa “dulce” victoria, pero  ¿vale la pena? ¿estás dispuesta a herir a alguien a quien quieres solo para “tener la razón”?

- Ve más allá: Si algo te está molestando demasiado o está apareciendo a menudo en tus discusiones, entonces necesitas encontrar la raíz del problema, los motivos reales de lo que te está molestando.

- El juego de la espera: Esperando que las cosas se mejoren solas con el tiempo, que se calmen y que la relación regrese a “la normalidad” sin pedir perdón o sin hacer un análisis de lo que sucedió es una invitación directa a que sucedan una y otra vez. No esperes demasiado para decir “lo siento”. No dejes que el orgullo se atraviese en el camino, y luego sea demasiado tarde.

- Pelea de manera justa: No digas cosas con la intención de herir a otra persona. No digas mentiras ni agrandes la verdad. No manipules ni uses información que sabes que hace sentir a la otra persona muy vulnerable.

Debes estar pensando que todo esto tiene sentido, pero también debes saber por tu propia experiencia que cuando comienzas una discusión seguramente no vas a recordar si quiera algo de esto.  Puede que tome varias discusiones e incluso tengas que “morderte la lengua” en más de una ocasión para evitar decir lo que no quieres y lastimar a los demás. Lo bueno es que puedes hablar con esa otra persona con la que a menudo discutes para acordar -antes de que comience la siguiente “pelea”- discutir inteligentemente, respetar ciertas reglas y ayudarse mutuamente a reconocer ciertas cosas que no están bien y que cada uno hace en medio de una discusión acalorada. Sé más inteligente que una discusión y acuerda poder estar en desacuerdo.

Manuelita

¿En problemas?

manuelita otero

El otro día mis hijos y yo tuvimos que enfrentar noticias difíciles, esas que te desaniman y te roban la esperanza en segundos. De repente nos sentimos desanimados y agotados, ninguno de nosotros se atrevía a expresar lo que estaba sintiendo así que decidimos tomar un tiempo a solas para tratar de procesar lo que habíamos acabado de escuchar.

Cuando mis hijos están tristes mi deseo inmediato es abrazarlos y decirles que todo va a estar bien, pero con el tiempo he aprendido que tanto los niños como los adultos necesitamos darnos el permiso de sentir diferentes emociones, incluidas la tristeza y la frustración. Esto no quiere decir que tenemos que permitir que las emociones definan o controlen nuestras acciones, pero sí significa que estas son reales y que debemos reconocerlas para aprender a lidiar con ellas. Guiar y apoyar a nuestros hijos cuando enfrentan situaciones difíciles, es algo que les ayudará en el futuro cuando las tengan que afrontar solos. Aquí hay algunas ideas de cómo comenzar:

- Tiempo a solas y tiempo juntos: Como padres muchas veces asumimos que sabemos cómo se sienten nuestros hijos y rápidamente ofrecemos soluciones a sus problemas, pero no siempre lo sabemos y asumirlo es una falta de respeto hacia ellos. Darle la oportunidad a un niño de analizar sus emociones y de reconocer que está sintiendo es una gran herramienta para el futuro. Ellos no necesitan a alguien que les ofrezca una solución rápida, pero sí necesitan entender las razones por las que se sienten como se sienten y luego, sí, a una persona que los escuche y los guíe. Por esta razón es tan importante que tengan primero un corto tiempo a solas.

-Hablar: Los niños necesitan aprender a compartir sus sentimientos. Las relaciones se construyen a través del tiempo y crear un buen canal de comunicación puede que sea un proceso largo. Genera espacios en los que tus hijos se sientan libres de expresar sus sentimientos; mientras más pronto comiences, más fácil será hablar sobre cualquier tema.

-Sin juzgar: Una de las razones por las que los niños no comparten sus sentimientos es porque tienen miedo a ser juzgados. Tus hijos quieren tu aprobación y si les dices cosas como: “eso es algo muy tonto”, “eso no va a pasar”, “olvídalo ya y deja de preocuparte por todo” van a sentir que los estás juzgando y comenzarán a monitorear lo que comparten contigo.

- Y ahora qué: Una vez se hayan identificado las causas de los sentimientos de tus hijos, será más fácil definir qué cosas están bajo su control para cambiar lo que se pueda y qué cosas no pueden cambiar. Enfocarse en lo que sí pueden hacer y no perder su paz por cosas que no pueden controlar, les ayudará a dejar a un lado la preocupación.

-”Mírame”: Tus hijos te están mirando, especialmente mientras vives situaciones difíciles. Ellos, en la mayoría de los casos, harán lo que te ven hacer. Las acciones son poderosas así que practica lo que predicas. No tengas miedo de expresar lo que sientes, pero trata de tener una buena actitud.

En toda situación puedes crecer y de toda experiencia puedes aprender para el futuro, incluso puedes ayudar a otros mientras pasas por momentos difíciles de tu vida. Todo depende de cómo decidas enfrentarlos.

Después de tomar tiempo para reflexionar y compartir lo que estábamos sintiendo, mis hijos y yo tomamos la decisión de que haremos todo lo posible para ser parte de la solución del problema, pero pase lo que pase no vamos a dejar que el estrés nos ataque. Vamos a utilizar las malas noticias como una motivación para continuar con ánimo, manteniendo una actitud positiva porque así es como las historias interesantes se escriben y la nuestra será una de esas.  

Por Manuelita

Las pequeñas cosas puede que no sean tan pequeñas después de todo

manuelita otero

Hace unos años fuimos a Kota Kinabalu, una linda ciudad en Malasia. Vimos una cultura completamente diferente, playas preciosas y paisajes inolvidables, sin embargo, mi familia -por unanimidad- les diría que nuestro recuerdo favorito de ese viaje son nuestras "tardes de torta".

Nuestros niños estaban pequeños, así que, generalmente, después del almuerzo estábamos todos agotados: ellos de correr por todas partes y nosotros de correr detrás de ellos. Todas las tardes regresábamos al hotel y los cuatro dormíamos la siesta y después de ese merecido descanso íbamos muy felices a la pequeña pastelería del hotel en busca de la torta del día.

Desde el momento en que llegamos nos dimos cuenta de la gran variedad de tortas que tenían, y se veían todas tan ricas que en ese mismo instante decidimos que las íbamos a probar todas... y así fue. 

Un pedazo era grande y suficiente para los cuatro, así que todas las tardes durante nuestra estadía nos podían encontrar en el restaurante del lobby -cada uno con su tenedor, feliz esperando su turno-. Mientras disfrutábamos de la torta hablábamos sobre lo que habíamos hecho ese día, lo que más nos había gustado y lo que queríamos hacer en la tarde. Un recuerdo tan lindo disfrutando algo tan simple como un pedazo de torta en familia.  

A veces creemos que los mejores recuerdos van a ser los grandes eventos de nuestra vida, los viajes costosos o las fiestas elegantes, pero en realidad, son los pequeños detalles los que cuentan.  Piénsalo por un momento: ¿Cuál es tu recuerdo favorito? ¿En qué piensas y que te hace sonreír? ¿Cuál ha sido el mejor regalo que has recibido? Si eres una mamá o un papá de pronto todavía tienes los regalos que tus hijos te traían del colegio: pinturas que no podías descifrar, pero que te derretían el corazón; joyas, adornos o esculturas abstractas que, en mi caso, todavía decoran la sala. O, de pronto, tu mejor regalo fue algo especial que alguien hizo para conmemorar una fecha especial, o una flor cuando menos la esperabas, o una tarjeta en el correo, o una dulce nota en el espejo.

Los pequeños detalles no son tan pequeños después de todo, son recuerdos que nos recuerdan -valga la redundancia- que la vida es hermosa y que no tiene que ser tan complicada como a veces la hacemos. Los pequeños detalles son sutiles y fácilmente los dejamos de percibir cuando viajamos por la vida distraídos con el corre-corre diario. Separa tiempo cada día para esos pequeños detalles, nótalos a tu alrededor y haz que sucedan en la vida de las personas a quienes tanto quieres. Saca tiempo para cambiar vidas, para inspirar recuerdos y para disfrutar cada día como el regalo que realmente es.

Por Manuelita

Si hay algo que no puede esperar… es un perdón

manuelita otero

Creo que no soy a la única a la que le pasa que suele ser más “ruda” y “cansona” con su familia y amigos cercanos que con sus amigos o familiares que sólo ve de vez en cuando y, ocasionalmente, en fechas especiales. Es curioso, pero es como si las personas con las que más compartimos tiempo y camino en esta vida “adquirieran” (sin pedirlo) la “tarea” (sin merecerla) de aguantar cada una de nuestras pataletas, nuestro mal genio y, admitámoslo, incluso, las consecuencias de las cosas que hacemos impulsadas por malos sentimientos que de vez en cuando se asoman en nuestra vida para hacer de las suyas y dejar sus estragos.  

También, y por algún motivo que aún no tengo tan claro, las personas que más amamos son las que muchas veces más se demoran en escuchar de nuestra parte un “me equivoqué, lo siento” o un “de corazón te pido que me perdones…” Es como si creyéramos, así sea de manera inconsciente, que ellos deben darnos la garantía de que siempre nos van a perdonar nuestros errores, ofensas y embarradas. Es como si viviéramos convencidos de que - tarde que temprano- nos tienen que perdonar porque son nuestros esposos, amigos del alma, hermanos, padres o hijos.

Creo que, en parte, lo que sucede es que rara vez nos detenemos a pensar que el deterioro de una relación no radica necesariamente en la gravedad de las faltas sino en el largo tiempo que nos tomamos para pedir perdón con algo de humildad y franqueza, e incluso con alguna intención evidente de remediar el daño hecho.

Cuando nos ponemos en los zapatos de quien está esperando unas disculpas es cuando podemos sentir o entender el tedio y el sufrimiento que puede generar la espera de un perdón, porque es justo en ese tiempo en el que la mente hace de las suyas y echa, literalmente, a volar la imaginación más de la cuenta para inventarse mil y un motivos por los que nos ofendieron llevándonos, en el peor de los casos, a tomar decisiones irreversibles basadas en esos supuestos motivos, sin siquiera haber tenido la oportunidad de hablar con la persona en cuestión.

Esas interminables horas, o incluso días, en las que esperamos escuchar un “perdóname” (así este esté huérfano de explicación) son las que nuestra mente y corazón usan para alimentarse de la rabia y la tristeza, que nos da el preguntarnos “qué he hecho tan mal para no merecer ni siquiera un lo siento”. Es en ese tiempo de eterna espera donde las heridas empiezan a doler más porque precisamente existe el espacio para adornarlas con más dolor, o como se dice coloquial, pero ciertamente, echarle más sal a la herida.

Cuando de tu familia se trate, mejor no le des largas al valiente acto de pedir perdón. De pronto no es indispensable esperar a que aparezcan las palabras perfectas ni tampoco es necesario que te sobreactúes haciendo tremendo show con serenata, comida, chocolates y todo lo demás, o que escribas o hagas cosas que no te nacen y que, seguramente, ni te lucen. De pronto, todo lo que necesitan los que más te aman es escuchar lo más rápido posible un “lo siento” desde el fondo de tu corazón.

Por Ana