¿Y ahora qué?
manuelita otero
Escribir para mí es una terapia. Es liberador darle orden a mis pensamientos, poder documentar lo que estoy sintiendo y proteger mis ideas de ser olvidadas. A veces miro hacia atrás y al leer las cosas que he escrito, veo que tienen sentido, pero la mayoría de las veces escribir es un canal en donde hay libertad para “dejar ir” o sencillamente soltar -lo que quiere decir que hay pensamientos rondando por todas partes-. Esta puede ser una de esas oportunidades en las que estoy dejando salir pensamientos y sentimientos sin un orden específico porque en estos días que estamos viviendo pareciera que no hay orden, que no hay una forma de planear las cosas, que no hay un camino claro y permitirnos escribir lo que sentimos no solo está bien, sino que, además, es necesario. Necesitamos darnos a nosotras mismas una salida para expresar la frustración porque lo que nos rodea está cambiando. No vas a encontrar aquí pasos fáciles con una conclusión clara porque en este momento yo no veo una solución en el futuro cercano. Mientras escribo, me estoy permitiendo sacar algo de frustración, tristeza e impotencia. No estoy siendo pesimista, no es mi estilo. Estoy siendo honesta. Las cosas son difíciles, el mundo está patas arriba y la frase "esto es demasiado" aparece con mucha frecuencia.
Todos, como humanidad, estamos atravesando tiempos muy desafiantes. En cada área y en cada país. El mundo parece estar quemándose, en algunas partes del mundo, ¡literalmente! Hambre, pobreza, pérdida de empleos, inestabilidad, discriminación, cambio climático, violaciones horribles de las necesidades humanas más básicas, odio, división, racismo… La lista parece interminable mientras vivimos en medio de una pandemia que todavía nos afecta de muchas formas. Me siento un poco perdida. Me estoy preguntando a mí misma ¿y ahora qué? Es como cuando tienes mucho por hacer y te sientes exhausta tratando de encontrar el punto de partida. Los problemas que estamos enfrentando se ven tan grandes y tan abrumadores que se siente como si no pudiéramos hacer mucho para marcar la diferencia. Así es como me siento justo ahora, desmotivada para hacer cualquier cosa y muy consternada acerca del estado en que está la humanidad. Pero como lo dije antes: ser pesimista no es mi estilo. He aprendido a hacer una pausa, escuchar mis sentimientos y luego encontrar una forma de actuar, de hacer lo que yo puedo hacer, sin importar qué tan pequeño sea. Para mí la acción es una salida, es un poco de esperanza que me ayuda a ver lo bueno en cada momento y yo necesito eso porque sin importar qué tan terribles estén las cosas a nuestro alrededor, la vida sigue siendo un regalo que necesita ser apreciado cada momento.
Yo no tengo una respuesta, no tengo una solución, ni siquiera grandes ideas. Pero sí sé que si cada uno de nosotros hace algo por alguien o por una causa que nos rompa el corazón, las cosas mejorarán, aunque sea un poco. Los pequeños inicios no deben ser ignorados, cada momento empieza en alguna parte. No podemos sentarnos y no hacer nada, permitiendo que nuestros corazones se endurezcan. Necesitamos hacer una pausa y escucharnos, escuchar el dolor alrededor nuestro y educarnos para hacer algo. Cada movimiento en la dirección correcta merece ser celebrado y ¿quién no necesita un poco de celebración por estos días?
Manuelita