Todo empieza con una decisión
manuelita otero
Me gusta levantarme temprano en la mañana antes que todo el mundo y tomarme un café mientras me preparo para el día que comienza. El único problema es que tomar café tan temprano acelera mi corazón y afecta mi respiración por el resto del día. Aun así, siendo un poco terca, todas las mañanas me levanto y, por hábito, preparo mi café y me lo tomo sabiendo lo que va a suceder. No estoy diciendo que el café sea malo. Solo que, en mi caso, no puedo tomarlo tan temprano. ¿Te suena familiar? ¿Hay cierta comida que sabes que no deberías comer, pero parece que no pudieras parar porque es muy rica?
A veces, ponemos más énfasis en la comida y en el deseo de satisfacer un antojo que en nuestra propia salud. Sabemos que hay ciertas comidas que no son buenas para nosotros, pero aun así las comemos. ¿Por qué comeríamos algo que sabemos nos va a caer mal o a largo plazo dañará nuestra salud? Puede que haya muchas razones: algunas emocionales, unas lógicas y otras hasta basadas en tradición, pero tratemos de pensar a un nivel más personal. ¿Dejarías un diamante en el garaje? ¿Utilizarías billetes de cien dólares como separadores en tus libros? ¿Dejarías que tu hija jugara con joyas que recibiste de herencia? A veces, parece fácil cuidar cosas que consideramos valiosas, pero se nos dificulta cuidar nuestro propio cuerpo que es aún más valioso.
Decidir qué comer es una decisión muy personal. A veces, comenzamos a comer “correctamente” porque leemos la dieta del momento, pero no porque hayamos tomado la decisión de comer realmente más saludable. Entonces se convierte en una solución temporal. Una vez entendemos por qué comemos ciertas comidas a ciertas horas podemos definir estrategias y hábitos para mejorar nuestra alimentación. Cuando se trata de comida, a veces, no es tanto lo que comemos sino más lo que sentimos cuando comemos, la razón por la que comemos y la sensación después de comer.
¿Alguna vez te has dicho, “no puedo comerme solo una galleta”? Yo lo he dicho, y me da rabia pensar que una galleta tiene más poder que yo. ¿Por qué no puedo comerme solo una galleta después de mi comida? ¿Quién ha decidido que tengo que comerme cinco o ninguna? ¿Quién controla lo que me como? ¡Yo! ¿Quién controla lo que te comes? ¡Tú!
Comer saludablemente como un hábito puede ser un poco difícil. Estas ideas te pueden ayudar:
Tú vales la pena
Regálate un momento, piensa lo valiosa que eres y toma una decisión. Cuando sabes cuánto vales y lo preciosa y maravillosa que eres, comienzas a prestar más atención a cómo cada decisión te afecta. Y cuando se trata de comida significa que notas todo lo que pones en tu boca. Decirle “No” a comida dañina se convierte en una actitud que dice “mi cuerpo es demasiado precioso para este tipo de comidas”. Sé que es más fácil decirlo que hacerlo, pero es el comienzo de un proceso que no tiene que ser tan difícil como, a veces, uno mismo lo hace.
Cuando tomamos una buena decisión a la vez, hábitos positivos comienzan a formarse haciendo más fácil comer saludablemente. Tú y yo merecemos una vida llena de buenos hábitos, no importa que tan difícil sea la primera decisión.
La comida, a veces, es tan llamativa y estimulante que es difícil decir “no”. Cuando comemos ciertas comidas, nuestro cerebro emite dopamina, un neuroquímico asociado con un premio que nos conduce a comer más y más de esa comida, pero nuestro amor por la comida no puede ser más grande que nuestro amor propio, el amor a nuestro cuerpo y a nuestra familia. No somos víctimas indefensas. Tenemos poder para romper el ciclo.
Fresco siempre es mejor
El azúcar añadida a las comidas procesadas mejora el sabor y la textura, y actúa como un preservativo para extender su duración en los almacenes. El sodio también es añadido a comidas congeladas para mantenerlas frescas durante más tiempo. Adicionalmente, la comida procesada contiene grasas trans y grasas saturadas; los nutrientes, muchas veces, son retirados para que este tipo de comida dure más o se vea mejor y le añaden aditivos. Entonces, el valor nutricional es muy bajo.
Por su lado, la comida fresca contiene más vitaminas, fibra y minerales. Los nutrientes esenciales de la comida fresca nos pueden proteger de enfermedades como cáncer, alta tensión, problemas del corazón y diabetes tipo 2. Además, nos da más energía, y, de pronto, hasta puede reducir los efectos del envejecimiento.
Comida fresca vs. Comida procesada debería ser una decisión fácil, ¿cierto?, pero ya que la comida procesada es diseñada para que sepa más rico y es de fácil acceso, es más difícil ignorarla.
Grandes logros se obtienen paso a paso
Prepárate para lograrlo. Comienza el día bien y levántate con suficiente tiempo -incluso hasta puedes empezar a acostarte un poco más temprano- para preparar tu desayuno. Nunca salgas de la casa sin desayunar. Una barra de cereal o energética no es suficiente porque te dará energía solo para unas pocas horas y, cuando esa energía se termine, será más fácil caer en la tentación de comer lo primero que ves.
Lleva snacks saludables a todas partes a donde vayas. Estos te mantendrán enfocada y con energía todo el día. Consigue tu propio estilo de lonchera y mantenla llena de nueces, frutas y agua. Cocina la mayoría de tiempo en casa. Hazlo en familia para que todos puedan ayudar o, cuando lo hagas sola, puedes escuchar tu música favorita y relajarte. Ten comida fresca accesible: zanahorias, apio y frutas de fácil acceso para que sea lo primero que puedas comer cuando tengas hambre y no haya tiempo de cocinar platos muy elaborados. Pequeños cambios harán una gran diferencia.
Hazlo un estilo de vida
Si hacemos algo una y otra vez, esto se convierte en parte de nuestro estilo de vida. Parece que estuviéramos rodeadas de cosas que nos empujan a comer más y movernos menos, pero no tenemos que caer en ese patrón. Muchas veces, cuando comemos, ni siquiera nos damos cuenta qué nos llena y si lo que estamos comiendo nos podría causar problemas a futuro. En el libro Savor, Thich Nhat Hanh and Dr. Lilian Cheung nos recuerdan algo valioso: “Concéntrate en lo que estás comiendo. Míralo, deja que tus ojos lo disfruten. Cómo se siente en tu boca, a qué sabe. Mastica conscientemente, saborea lo que comes. A medida que te das cuenta que estás comiendo, también te das cuenta del presente.”
Haz de la comida una ocasión especial, ya sea en familia o a solas. Que sea un tiempo para disfrutar. Le toma al cuerpo alrededor de 20 minutos para darse que está lleno, entonces no te apures. Evita comer en el carro. Si tienes hambre, comete un snack saludable, pero trata de que tus comidas principales sean con calma y enfócate en disfrutarlas.
Cuando salgas a comer a un restaurante, come algo saludable y pequeño antes de ir para que así no sientas la tentación de comer más de lo que realmente necesitas. Comparte un aperitivo, pide media porción o pide que te empaquen lo que aun este en tu plato una vez sientes que ya estás llena.
Comer saludablemente se trata de valorarnos y amar y respetar nuestro cuerpo. No te desanimes si, a primera vista, parece demasiado difícil. Recuerda que es un proceso, pero seguramente disfrutarás de los muchos beneficios de tomar la decisión correcta. Una comida a la vez.
Por Manuelita