Cada mordisco es una decisión
manuelita otero
El otro día tuve que parar después del trabajo en el supermercado a hacer unas compras, estaba cansada y tenía hambre. Mientras caminaba por los pasillos, sólo estaba pensando en una cosa: ¡Cheetos! Quería cheetos y mientras más me acercaba al estante donde estaban, más los deseaba. Eso es usualmente de lo que me antojo cuando estoy cansada o triste. Sé que no son buenos para mí, la verdad ni siquiera me gustan, pero algunas veces sólo quiero cheetos. Cuando finalmente estaba al frente, justo a punto de coger mi bolsa de cheetos, noté las manzanas verdes en mi carrito y decidí no comprarlos. Me sentí tan orgullosa de mí misma y esa manzana supo ¡tan rico!
Todo comienza con una decisión, todo lo que como tiene un impacto en mí,en quienes quiero y en mi planeta. Cada mordisco es más que un mordisco y muchas veces estamos tan ocupadas que comemos sin pensar. No nos damos cuenta de lo que ese mordisco significa para nuestro cuerpo, nuestra familia y nuestro medio ambiente. A veces tenemos una mentalidad de corto plazo, queremos algo ya mismo, entonces compramos cualquier cosa, lo que primero se nos atraviese o un antojo poco saludable y/o poco amigable con el planeta; en vez de practicar la paciencia y decirle “no” a las cosas que nos hacen daño, que nos pueden enfermar o que incrementan nuestro peso sin necesidad. Además, nuestras decisiones sobre lo que comemos van más allá de nosotros mismos; impactan en alguna manera nuestro planeta.
Cuando estaba en la universidad estaba involucrada con nuestro club ambientalista. Invitábamos a los estudiantes a reciclar, reusar y a buscar formas para minimizar nuestro impacto ambiental. Crecí y me ocupé tanto que ya no tenía tanto tiempo para pensar en eso. En mi día a día trato de reusar lo que más puedo, reciclar, utilizar poca energía, ¿pero es eso suficiente? No creo, siempre hay una oportunidad para hacer más. Últimamente he estado leyendo sobre el tema de sostenibilidad, especialmente lo que está relacionado con comida y cómo lo que comemos impacta nuestro ambiente. Nuestras dietas son insostenibles y están afectando nuestro planeta de formas alarmantes. Nuestros antojos y nuestra búsqueda de “lo conveniente” están llenando demasiado los basureros. Entonces, ¿qué podemos hacer? Hacer lo que puedes hacer con lo que tienes en el momento. Lo importante es comenzar con algo. Si te importa tu cuerpo, tu futuro y tu planeta, pregúntate: ¿qué puedes hacer ahora? ¿Qué podrías cambiar o incluir en tu día y en tu dieta? Una amiga me recordó hace poco lo fácil que es minimizar desechos innecesarios. Ella lleva su pocillo a todas partes y así no tiene que utilizar vasos desechables. Yo puedo hacer eso, puedo evitar botar un pocillo de papel o plástico cada día y otros pueden hacer lo mismo hasta que algo así se convierte en un hábito.
Cada día tú y yo podemos tomar la decisión correcta. Lo que pongo en mi cuerpo me impacta ahora, mi salud a futuro y a las generaciones que vienen. Da cada mordisco con propósito y piensa un poco en tus hábitos alimenticios y en los recursos que estás utilizando. Busca formas para minimizar tu huella ambiental y cuida tu salud y tu planeta. Ten por seguro que es un proceso y a veces no es tan fácil.
Ahora bien, ya que les conté mi historia exitosa de cheetos vs. manzana, debo también compartirles la que no terminó tan bien: La misma semana que escogí mi deliciosa manzana en vez de los cheetos, llegué a la casa después de un largo día y no había comido bien y tenía mucha hambre. Fuí a la cocina, pasé las manzanas al mesón y, en vez de fruta, cogí una bolsa grande de papas fritas, me senté en el sofá y me comí, yo sola, la mitad de la bolsa. Sabía que estaba tomando la decisión errónea, sabía que me iba a sentir mal, pero en ese momento sólo quería papas fritas. Todo esto es un proceso, no dejes que las fallas de un día determinen el resultado final.
Manuelita @manuelitaotero