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Darme mi lugar

Lo que menos importa de la Navidad es la foto perfecta

manuelita otero

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Diciembre llegó y es un mes emocionante, por decir lo menos. Es una oportunidad de compartir con quienes más queremos, celebrar, crear grandes recuerdos y alistarnos para un nuevo año lleno de cosas bonitas, pero también puede ser un mes muy estresante. Si tienes amigos o familiares que estén planeando visitarte durante esta época, de pronto ya estás pensando en todo lo que tienes que limpiar, organizar y los retos logísticos que hay que enfrentar; sin mencionar las compras de Navidad, la preparación de comida especial, la decoración, los eventos a los que tienes que ir y todo lo demás que también “hay” que hacer durante este mes.

¿Que tal si este año dejas a un lado los estándares “perfectos” que hemos creado por años para esta época? ¿Las decoraciones muy elaboradas y la comida lujosa e increíble que, claro, es maravillosa, pero que muchas veces tiene un costo muy alto (y usualmente ese costo lo asumes tú)? Cuando eres el anfitrión y te pones estándares muy altos puede que eso te cueste tiempo de descanso, tiempo para ti y dinero extra, lo que puede llevarte a pensar un par de veces por qué invitaste a toda esta gente a tu casa si eso te está haciendo pasar por tanto “trabajo”, lo que al final termina siendo totalmente opuesto a lo que realmente querías, que seguramente era compartir, disfrutar y pasarla bien sin estrés ni presión. Piénsalo: ¿Se requiere de una comida muy elegante para crear lindos recuerdos con nuestros seres queridos? ¿A larga quién decide el tono de tus reuniones? ¡Tú! Tú eres la única persona que puede decirle a tus invitados las “reglas de la casa” así que por qué no hacer que tus eventos sean un poco más relajados.

Para el día de Acción de Gracias nos reunimos en nuestra casa. Era la primera vez que yo preparaba un pavo y estaba muy emocionada, pero a la vez un poco nerviosa porque sinceramente no sabía que íbamos a comer si el pavo no quedaba bueno. No quería tener esa presión encima, quería disfrutar la experiencia y poder reírme si los resultados no eran los que yo tenía en mente. Como muchas cosas en la vida, la solución estaba más cerca de lo que pensaba, mi tía decidió traer jamón. Así que si el pavo era incomible nadie iba a quedar con hambre. Mis hijos y yo decidimos de antemano que iba a ser una reunión relajada, nos enfocamos en la oportunidad de expresar nuestra gratitud y poder compartir una comida con amigos y familia. Como yo iba a estar muy ocupada esa mañana, cada uno de mis hijos se encargó de un plato y un postre y, la verdad, hicieron un gran trabajo. Me encantó nuestra cena, no solo fue deliciosa sino que también yo la pude disfrutar pues no estaba preocupada buscando que todo fuera perfecto. Y por si estás preguntándote cómo quedó mi pavo, quedó delicioso -aunque nada fotogénico-.

De pronto tienes mucha gente de visita durante esta Navidad, o de pronto vas a estar sola, o de pronto has estado pensando en abrir las puertas de tu casa a tus amigos o compañeros de trabajo, pero no estás muy segura si la experiencia va a ser demasiado abrumadora para ti por la preparación que requiere. Sea lo que sea que decidas hacer y la cantidad de gente que decidas invitar, lo más importante de esta época es ¡disfrutarla! Recuerda de qué se trata en realidad y no dejes que las arandelas te distraigan del propósito central.

Abre tu hogar, invita a tus amigos, deja buenos recuerdos. Crear una comunidad, escucharnos unos a otros y hacer que otras personas se sientan bienvenidas es más importante que hacer comidas perfectas y tener casas que parecen salidas de una revista, porque lo que realmente importa es cómo compartimos y disfrutamos nuestro amor.

Manuelita