¿Estás bien rodeada?
manuelita otero
Si hay algo que me gusta hacer es visitar casas. Me encanta. Debe ser porque soy una persona muy visual que disfruta analizar combinaciones y patrones, observar con calma detalles de decoración y ver muebles interesantes y actitudes atrevidas. Sí, actitudes, porque lo que finalmente transmite el ambiente de una casa es eso: una actitud ante lo que sea. Por lo general ante la vida, pero es eso: una actitud. Me emociona imaginar espacios decorados, modificados, raros y con el sello de quien los habita.
La verdad, sería muy feliz si pudiera dedicar casi que mi tiempo y presupuesto completo a ver y ver ideas de decoración y organización e ir de compras cada rato para mejorar mi casa, encontrando todo eso que me inspira y me “trasnocha”. No soy experta en diseño de interiores ni pretendo serlo. Es sólo una cuestión de gusto y pasión. De hecho, en mi propia casa tengo aún mucho, muchísimo, trabajo por hacer para que cada espacio se vea más lindo y acogedor. Y aunque seguramente el momento para hacerlo llegará, por ahora he estado pensando un montón en el papel que juegan los espacios en los que vivimos como nuestros aliados - especialmente cuando vivimos algo difícil- o el papel que juegan, como a veces pasa, como nuestros enemigos: nos incomodan, nos estorban o hasta nos fastidian. Puede sonar exagerado, pero en realidad no lo es; de hecho, en muchos casos es cierto: nuestra propia casa en vez de sumar, resta a nuestra situación. ¿A qué voy? Es sencillo: a que nuestra casa, nuestro cuarto, nuestra sala, nuestra cocina, etc; pueden ser parte de la solución y del buen “mood” que necesitamos cuando pasamos por pruebas o, por el contrario, si lo permitimos, pueden volverse parte del problema.
Por lo que veo y vivo día a día en mi casa y en otras casas cercanas, me doy cuenta de que siempre hay algo que se puede hacer para convertir esos metros cuadrados en metros adorados. Y no es sólo una cuestión de presupuesto o de contar con expertos en decoración, no. Se trata es de tomar la decisión de hacer que nuestros espacios de verdad sumen a nuestra situación. Claro, a quién no le gustaría que cuando vive algo difícil, pudiera salir corriendo a comprar sin mayores limitantes cosas bonitas y nuevas para sentirse mejor rodeado; o pagarle a un experto para que se encargue.
Si tienes el presupuesto y lo puedes hacer, buenísimo, pero si no, también hay otro abanico de opciones. Por ejemplo, si estás atravesando por una etapa confusa, por qué no “esconder” por un tiempo un poco de cosas y desorden típico de las casas, como montañas de papeles, libros, ropa o juguetes -que tal vez te distraen- en cajas bonitas y sencillas; tal vez esto pueda ayudar a que te concentres más y encuentres claridad. O de pronto un cambio de pintura -si la que tienes es demasiado fuerte- puede hacerte sentir más relajada.
Por otro lado, si estamos atravesando un tiempo de escasez, por qué no poner a la vista las cosas que estén en mejor estado y las más nuevas para que nos podamos sentir más a gusto. O, si por el contrario, lo que necesitamos es “apoyo” de nuestra casa porque estamos gastando más de lo que deberíamos en cosas innecesarias, por qué no hacerla ver más llena sacando cosas que a veces guardamos sin necesidad, como accesorios, vajillas, floreros, cuadros, velas o mugs; así de pronto disminuimos nuestra necesidad de comprar. O cuando, por ejemplo, necesitas salir de un momento triste, por qué no poner más flores de colores alegres, fotos de momentos felices, frases inspiradoras y desempolvar uno que otro libro que te pueda hacer sonreír y dejarlo en un lugar cómodo y acogedor.
Y para citar otro caso, hay momentos en que las personas que aman salir deben quedarse en casa más tiempo del deseado. Para no sentirse encerradas, ellas podrían adecuar algunas cosas en su casa. Cosas como mejorar la luz natural, tener más flores o plantas que puedan disminuir la sensación de encierro o -¿por qué no?- crear un lugar en su propia casa con decoración diferente, que pueda parecer un pequeño “café” que sirva para leer, escribir o conversar un rato.
En fin, ideas de acuerdo a cada situación o estado de ánimo hay casi que infinitas. Y no estoy hablando de técnicas de la nueva era, ni de movimiento de energías, ni de feng shui ni de alguna otra de estas corrientes -en las que personalmente no creo-. Estoy hablando de algo más práctico y cotidiano. Te estoy invitando a que, sin necesidad de expertos ni estudios, tú misma hagas el ejercicio de pensar en TU casa como una aliada y hagas cambios sencillos que te puedan hacer sentir mejor y más feliz. Finalmente, ahí vives, respiras y descansas.
Ana