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Que buen silencio

Lo imposible, hecho posible

manuelita otero

Yo todo lo escribo. Mis ideas, tomo notas en las reuniones y hago resúmenes de los libros que leo, entre otras cosas. Todas estas notas terminan en un gran folder donde esperan su turno para algún día ser pasadas a mi computador y, así, poder tenerlas a la mano y que puedan estar mejor organizadas.

El otro día llevé a mi hija a trabajar con sus productores de música y mientras ellos hacían música que, por cierto, me gusta mucho, yo trabajaba. Ese día decidí llevar mi folder de notas y escritos para actualizar unos cuantos. Me encanta abrir el folder para ver con qué me voy a encontrar porque tengo notas de hace muchos años y lo disfruto porque siento que regreso en el tiempo. Pero nada me podría haber preparado para lo que me iba a encontrar esa tarde.

Hace casi siete años nuestras vidas cambiaron completamente. Todo, de un momento para otro, estaba patas arriba y a todos en mi familia nos afectó profundamente incluyendo a mi hija, que al tener que enfrentar tantas cosas a la vez, decidimos llevarla a donde una psicóloga para que nos guiara. Durante una de las citas con la psicóloga tomé unas notas y ahora, años después, leyendo lo que escribí en ese momento sencillamente no lo puedo creer. Yo soy una persona muy positiva y usualmente olvido las experiencias malas así que, a medida que leía esas notas, recordé que la situación realmente era terrible.  

Las palabras utilizadas para describir los asuntos con los que mi hija estaba lidiando eran desesperanzadoras: ansiedad, hiperactividad, sistema nervioso demasiado acelerado, déficit de atención, percepción errada de su entorno, autorechazo, depresión, en fin... las palabras continuaban haciendo parecer esa situación irreversible y permanente. Inmediatamente regresé a ese día. Recuerdo la reunión, el dolor, la confusión. Recuerdo mis dudas, mis miedos y mientras yo estaba ahí, visitando el pasado, escuché a mi hija -siete años después- cantando la canción en la que está trabajando con sus productores. Fue un contraste tan fuerte y maravilloso: el pasado sin esperanza y el presente redimido. Lo imposible, hecho posible. Fue un recuerdo en mi vida clarísimo de que la Palabra de Dios es verdad, cuando Él dice que hará algo, así será, no importa lo difícil que parezca.  “Dios no es un hombre, por lo tanto, no miente. Él no es humano, por lo tanto, no cambia de parecer.” (Números 23:19)

A veces olvidamos lo lejos que hemos llegado y lo mucho que hemos crecido. No estamos en el mismo lugar, siempre estamos cambiando. Yo miro mi vida ahora, varios años después de aquella difícil situación que vivimos, y siento que aún hay mucho por hacer, pero también puedo apreciar y agradecer lo mucho que Dios ha hecho.

A veces no sabemos por qué las cosas malas pasan. En Juan 9 podemos leer como los discípulos cuestionaron a Jesús acerca del culpable y de la causa por la que un hombre había nacido ciego , “No fue por sus pecados ni tampoco por los de sus padres —contestó Jesús—. Nació ciego para que todos vieran el poder de Dios en él.” (Juan 9:3). Dios puede convertir cada situación en una celebración de su gracia y su poder.

Las palabras usadas en ese papel para describir a mi hija no definieron quién era ella ni quién es hoy porque Dios tenía un mejor plan para su vida. Y Él tiene un maravilloso plan para cada uno de nosotros sin importar lo difícil que parezca. Para Dios nada es imposible. Él no está sorprendido ni preocupado por nuestros problemas y enredos. Él está listo para tomarlos y convertirlos en algo increíble que le dará a Él gloria.

Yo estoy asombrada de cómo Dios trabaja. Cuando más lo necesitaba, Él me recordó -de una manera inusual- lo qué Él ha hecho en mi pasado, y eso me dio una nueva perspectiva.

Habla vida en tu situación, sea lo que sea que estés atravesando. Dios está en control y sus promesas son reales. “En vez de su vergüenza,  mi pueblo recibirá doble porción; en vez de deshonra, se regocijará en su herencia; y así en su tierra recibirá doble herencia,  y su alegría será eterna.” (Isaías 61:7)

Manuelita