Aquí estoy
manuelita otero
“Aquí estoy.” Haz una pausa y deja que esta frase penetre en tu mente. Hay algo en ella. Un sentido de disposición, buena voluntad y una hermosa conciencia más allá de lo que parecemos ser capaces de lograr en nuestro día a día.
Con frecuencia he leído esta frase en la biblia y siempre me ha llamado la atención. En Génesis leemos que Dios llamó a Abraham y él contestó: “aquí estoy”. Dios le dice a Abraham que lleve a su hijo Isaac y lo ofrezca como sacrificio. Ni siquiera puedo imaginar lo que empezó a pasar por la mente de Abraham. El hijo que Dios le había prometido, el hijo que Abraham había esperado por años y que llegó como un milagro, ¿ahora lo tenía que entregar como un sacrificio? Pero Abraham no dejó que sus preguntas le estorbaran. Él probablemente no pudo dormir esa noche intentando encontrarle sentido a la petición de Dios, pero su necesidad de obtener respuestas no iba a detener su obediencia y sin demora “a la mañana siguiente, Abraham se levantó temprano. Ensilló su burro y llevó con él a dos de sus siervos, junto con su hijo Isaac. Después cortó leña para el fuego de la ofrenda y salió hacia el lugar que Dios le había indicado” (Génesis 22:3). Amo su determinación para cumplir. Me imagino que Abraham tuvo que levantarse temprano y seguir adelante para que su miedo y dolor no lo detuvieran. Cuando Abraham estaba listo para obedecer como se le había indicado, él escuchó a Dios llamándolo. La respuesta de Abraham de nuevo fue “Aquí estoy”. Dios le dijo que no lastimara a su hijo y Dios le proporcionó un cordero como sacrificio en vez de su hijo Isaac.
Jacob, Moises, Samuel, Isaías y Ananías, todos, respondieron de la misma manera cuando Dios los llamó. Todos dijeron “aquí estoy”, listos para seguir la voluntad de Dios sin importar qué difícil pudiera ser. Su conexión con Dios y su obediencia me impresionan y me recuerdan la importancia de estar en el presente.
Yo no sé si pudiera responderle a Dios con esa rapidez. Temo que la mitad del tiempo ni siquiera lo escucho llamarme porque “no estoy aquí”. Es posible que todavía esté pensando en las cosas que debería haber dicho, hecho o evitado en el pasado. De pronto esté en mi ayer o tal vez en mi mañana. Es difícil estar preparado para escuchar el suave llamado de Dios si no estoy aquí presente. ¿Cómo puedo tener una conversación continua con Dios? ¿Cómo puedo oír su voz si la mía es cada vez más fuerte? Dios no grita, Él ama los susurros. Él dulcemente nos llama y pacientemente espera por nuestra respuesta.
“... Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y Él les dará todo lo que necesiten. Así que no se preocupen por el mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Los problemas del día de hoy son suficientes por hoy.” (Mateo 6:33-34) Primero, lo primero. Este es mi deseo y mi objetivo cada día y también uno de los más difíciles de alcanzar. Siempre he tenido problemas para quedarme quieta, hacer una pausa y escuchar, pero eso es exactamente lo que necesito hacer para estar presente en el momento. Esa es la clave para estar “acá”, para hacer mi tiempo de oración con Dios una prioridad y lo primero en mis mañanas. Así, puedo poner el tono para el resto del día y hacer de la oración una conversación continua con mi Papá mientras paso el día disfrutando el regalo de vivir el aquí y el ahora.
Manuelita