¡Lleva tus hobbies al trabajo!
manuelita otero
Amo las historias de trabajo. Especialmente aquellas que están relacionadas con el ambiente laboral, porque siempre hay mucho por analizar, mejorar y aprender. Y todo lo que sea “análisis” está en el abanico de mis preferencias. Por lo que veo, día a día aparecen más y más iniciativas dentro de las empresas para integrar a los miembros de sus equipos. De hecho, ¿qué es lo que no he escuchado últimamente que hacen? Jornadas de Lego, tardes o noches para cocinar como equipo de trabajo, ir a acampar para hacer planeación, pintar casas en barrios apartados; en fin, cosas que tal vez antes no eran comunes y que seguramente aportan un montón de beneficios. Sin embargo, siendo realistas, no todas las organizaciones tienen el presupuesto ni el tiempo para realizar actividades tan elaboradas.
Con esto en mente y viendo la necesidad urgente de estrechar vínculos con quienes trabajamos, me he estado preguntado qué es eso que -desde cualquier cargo- una persona puede hacer para conectarse con otros y también, para romper un poco la rutina. Encontré una respuesta valiosa. Me acordé de una palabra clave que tiene un potencial impresionante y que solemos echar al olvido en el mundo laboral: Hobbies. Cuando una persona habla de sus hobbies, los disfruta o piensa en ellos, es inevitable que sonría, se ponga de buen humor o comente algo sincero.
Alguna vez propuse en mi oficina una actividad sencilla en la que cada quien pudiera compartir con los demás algo que hiciera o conociera bien en su “vida no-laboral” y que además, disfrutara un montón. La verdad es que fue un éxito total. Ese espacio se llamaba “Venga le enseño” y, literalmente, era una invitación para que las personas, sin importar su rol, escucharan y aprendieran un rato de algún tema de interés o hobbie de algún otro compañero de trabajo. Era algo sencillo, cero acartonado, que se hacía en un tiempo razonable dentro de la oficina. Es algo que recuerdo con mucho cariño, porque era emocionante ver los resultados: por un lado el que organizaba la actividad se motivaba compartiendo algo de sus gustos y de lo que sabía mientras que por otro, quienes participaban como público tenían la oportunidad de aprender algo nuevo o diferente a lo que se hablaba normalmente en el día a día del trabajo. Lo mejor para ambas partes era que conocían en poco tiempo cosas importantes de sus hobbies, es decir de sus vidas. Ese tipo de cosas que a veces no son fáciles de apreciar por los afanes, por prejuicios laborales, por las jerarquías o por la timidez.
Si tú eres ese tipo de persona a la que le gusta trabajar en un ambiente en donde se crean buenos lazos, créeme que conocer y promover los hobbies de los demás es un arma impresionante para lograrlo. Darle importancia a lo que la gente hace en sus ratos libres permite, entre muchas otras cosas:
Tener un punto de partida para mejorar la comunicación en el equipo.
Empoderar a las personas que por alguna razón necesitan ser motivadas.
Encontrar puntos en común que puedan fortalecer relaciones estratégicas.
Compartir tiempo de calidad.
Dar y recibir como hábito empresarial.
Y, ¿por qué no?, encontrar soluciones de trabajo cuando menos se espera, en espacios más relajados y abiertos.
Si lo piensas bien, alrededor de los hobbies se pueden hacer cientos de actividades entretenidas. Es sólo cuestión de dejar volar la imaginación y tener la voluntad de interesarse más por el que trabaja bajo nuestro mismo “techo” - sea físico o virtual-. Los hobbies de las personas son materia prima disponible en las empresas para crecer en varias direcciones y hacer sentir, como debe ser, a cada quién más importante. Disfruta más de tus hobbies, compártelos, úsalos para conocerte mejor y para apasionarte aún más por tu vida personal y, de paso, también laboral.
Ana