El “simple” acto de comer
manuelita otero
¿Te acuerdas lo que comiste ayer en la noche? ¿Qué tan a menudo comes a las carreras sin prestarle atención a lo que estás comiendo? A veces no estoy tan consciente de lo que hago durante mis comidas como sé que debería estarlo. Me encanta comer, me encanta la comida, pero algunos días hay tanto por hacer que la hora de comidas se convierten en el momento perfecto para planear las diferentes actividades del día en vez de ser el momento para simplemente comer.
Prestar mi total atención al momento de comer no es nada nuevo que quiera hacer, lo he pensado y he tratado de tenerlo en cuenta a menudo, pero nunca con la perspectiva que Leo, una amiga, me dio después de una cirugía que tuvo. Así es como ella lo explica:
“La vida está llena de oportunidades para aprender y ser creativo. Hace algunas semanas tuve una cirugía que por su complejidad fue realizada a través de la nariz. Todo salió muy bien, lo único no tan bueno fue que mi sentido del olfato quedó bastante disminuido, por lo que también se alteró mi sentido del gusto. No sentía el sabor de los alimentos, me daba igual comer una arroz chino que un arroz normal, el pollo a las finas hierbas no me sabía a hierbas, el helado no me sabía a dulce y así sucesivamente. Esta situación me desanimó un poco pues no iba a poder disfrutar de las comidas ni iba a poder saborear una infinidad de sabores. Entonces me dije a mi misma: tengo que hacer algo, pues recuperar el sentido del gusto me va a tomar tiempo y no puedo sentirme baja de ánimo durante tanto tiempo, así que me dí a la tarea de apreciar otra cosa a la hora de comer: la textura de los alimentos. Yo solía comer relativamente rápido así que muchas veces no alcanzaba siquiera a distinguir a qué sabía lo que me estaba comiendo ni alcanzaba a deleitarme con los diferentes sabores; simplemente pasaba entero. Entonces decidí empezar a experimentar con la textura de los alimentos, a sentir lo que me estaba llevando a mi boca: la jugosa pulpa de la piña, la sensación crujiente de unas papas fritas, la textura cremosa de un postre, la suavidad de un pan recién horneado, la jugosa textura de un lomo, entre otros. Ha sido un ejercicio interesante y enriquecedor porque he aprendido a valorar otras cosas al comer y he podido dejar en un segundo plano el hecho de no poder percibir en su totalidad el sabor de lo que como.”
Me encanta como Leo convirtió una mala situación en algo positivo y una lección para todas nosotras. Aunque seguramente hemos escuchado el dicho “no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes” muchas veces no valoramos las cosas “simples” de nuestra vida -cuando esas cosas son realmente lo que enriquece nuestro existir- y no nos damos cuenta de su valor hasta que las perdemos.
Mi amiga me recordó lo que vale tomarme un tiempo tranquilo para comer, y la importancia de disfrutar y ser agradecida con cada bocado. Mindful eating es disfrutar el momento, aprender a silenciar nuestras mentes mientras comemos aunque estas quieran andar a mil por hora y, finalmente, permitirnos ese momento para renovarnos y reposar un rato sin sentirnos culpables. Mientras más lo hagamos, más fácil será, hasta que disfrutar la comida sin afanes se convierta en un hábito, una feliz respuesta al simple acto de comer.
Manuelita @manuelitaotero